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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
1
Terror En Francia, a comienzos de 1970, Lucie, una niña desaparecida un año antes, es vista mientras camina por una carretera. Se encuentra en estado catatónico y es incapaz de contar nada de lo que le ha sucedido. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2018
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo cuarenta tacos y varios miles de películas de terror a mis espaldas (no, no es un decir). No me molesta la sangre, no me inquieta la víscera, y el gore me deja frío a estas alturas. Disfruto sin despeinarme del cine de Fulci, o de salvajadas como el Antropophagus de D’Amato, en el que el protagonista se acaba comiendo sus propios intestinos. Incluso films como Audition o Hostel me parecen sumamente disfrutables: las considero películas de género muy válidas: con un guion, un sentido narrativo y su moraleja (torcida).

Pero si hay algo que me repugna es la pornografía de la violencia, la acumulación de sadismo gratuito por el simple hecho de conseguir un minuto de gloria. Ya me entendéis: típico director sin talento que decide grabar algo truculento y perturbador porque sí, porque es mucho más fácil ganar cierta fama siendo "transgresor" que sentarse y escribir un guion de verdad. Pues bien, ese el caso de este insigne soplapollas llamado Pascal Laugier, un tarado que, tras fracasar ESTREPITOSAMENTE es su ópera prima, podría haber meado en un vaso y bebérselo, pero, en lugar de eso, decidió recrearse durante cuarenta minutos en la tortura de una chica inocente y llamarlo "cine". Yo lo llamo porno.

Aclaremos que la película tiene dos actos. ¿Por qué? Sencillo. Lo que este vendeburras quería mostrar (la tortura) no daba para un largo, y algo había que improvisar como puente. En esencia, el primero consiste en una loca del coño matando a gente. Oye, todo muy misterioso. ¿Qué apasionante "enigma" habrá tras esta chica atormentada que va por ahi a escopetazo limpio? Spoiler: NINGUNO que merezca ser contado. Pasan los minutos de hastío y sopor, y llega el momento del "Hola, Pascal. Mi tiempo es valioso, ¿vamos a ir a parar a alguna parte?".

Pues sí… Por desgracia, íbamos. Cuarenta minutos de sadismo y tortura gratuita a una muchacha inocente, prolongada durante semanas, con el fin deliberado de hacerla enloquecer de puro dolor y desesperación. Sí; rodar esto, por lo visto, es legal. Puro sensacionalismo. Peor aún: la pseudojustificación de los torturadores casi sugiere que merecía la pena. Torturacefa: el juego educativo de estas navidades. Y no, esto no es comparable a otras películas del torture-porn. Hostel muestra escenas brutales , pero al menos hay un alivio moral para el espectador: los “malos” pagan (de maneras agradablemente terribles) y ¿sabéis qué? La historia tiene puto sentido, está trabajada. Con su punto de sátira, sus dobles lecturas, su subtexto... En definitiva, tiene una cosa revolucionaria, atentos: GUION. Ojo; de verdad, no contar mierdas de sectas que no se cree nadie.

¿Qué “lecturas” nos deja Martyrs? Ninguna. ¿Qué enseñanza moral no es deja “Martyrs”? Ninguna. ¿Qué aporta estéticamente “Martyrs”? Nada. ¿A quién puede gustar? Pues... No sé. Supongo que a Ted Bundy, a John Gacy... Como película, el guión es basura irrisoria; los dos giros son artificiosos y tramposos. Y la puesta en escena me le follo yo con la cámara del móvil. No hay nada, señores. Esto no es verdadero cine, repito. Hostel o Audition son películas con escenas de tortura; esto es una sesión de tortura queriendo ser película.

Si se miran las críticas profesionales, todas, sin apenas excepción, la ponen a parir, criticando lo obvio: es un festival de violencia gratuita. Lees la nota media aquí y… Un 6.5. ¿En serio? ¿Cuántos esnobs pululan por aquí dispuestos a machacársela con cualquier mierda que combine diálogos en francés con el "Joder, qué fuerte, tío"?
Jinete nocturno
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