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España España · Madrid
Voto de Pedro:
10
Intriga A casa de dos estudiantes van llegando los invitados a una especie de fiesta de fin de curso. El invitado que más temen es su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece cada vez más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes. Y no es para menos, porque tienen un cadáver encerrado en el arcón que sirve de mesa para la cena. (FILMAFFINITY) [+]
16 de octubre de 2005
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La soga", cuyo título se modificó al llevarse a Broadway como "El final de la soga", es ni más ni menos que el ejercicio maestro de un director maestro del cine. Con una puesta en escena teatral, desarrollando toda la acción entre el recibidor y el salón de un piso, Hitchcock logra transmitir la continuidad de la historia en tiempo real gracias a rodar toda la película en un solo plano secuencia. En realidad son más -uno para cada cambio de rollo de película-, pero el cambio lo resuelve con un fundido momentáneo sobre la espalda de un personaje o un objeto, partiendo de ahí el comienzo del siguiente rollo..., de modo que el resultado tiene esa apariencia de continuidad.

Esta película es una maravilla de principio a fin... Y entre medias el autor nos da una verdadera lección de cómo manejar la cámara y la composición de un plano para que encajen perfectamente en la escena y al mismo tiempo aumenten el suspense. Como botón de muestra, baste recoger la magnífica parte de secuencia en la que la cámara se mantiene fija con el baúl del salón en primer plano, a un lado se ve la imagen cortada de uno de los personajes mientras habla con otros sobre la extraña ausencia del amigo común, y de fondo contemplamos a la criada ir y venir pausadamente a retirar cosas del salón e incluso de encima del mismo baúl para irlas llevando a otra parte del piso... De este modo, mientras con el diálogo subraya la importancia de lo que aparentemente sucede con cotidianidad, convierte al baúl en el protagonista absoluto del suspense. Una escena que debería incluirse en todas las escuelas de arte y cinematografía.

Por si fuera poco, los actores nos deleitan con excelentes trabajos, donde por supuesto destaca un muy convincente James Stewart en el papel del profesor Rupert Cadell; y los diálogos y la trama en sí se nos muestran como una interesante reflexión sobre el asesinato que culmina en un espléndido monólogo de Rupert, la tensión al máximo, un disparo, denso y pesado silencio, ruido de sirenas... Lo mejor es que desde el principio el espectador sabe lo que ha pasado, quién ha matado a quién, pero aun así va viviendo la angustia creciente y el suspense hasta ese final donde le dan ganas de levantarse y aplaudir hasta destrozarse las manos, como en una sala de teatro tras una gran representación, aun a sabiendas de que el "The End" sustituye la inexistente caída de telón y que los actores no saldrán a saludar.
Pedro
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