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Voto de Kyrios:
6
Thriller. Intriga. Terror La joven americana Nora Davis (Leticia Roman) va a visitar a su tía enferma en Roma. La misma noche de su llegada la anciana muere y, al no funcionar el teléfono, decide ir a buscar ayuda a la calle, donde un hombre la atraca y la hace perder el conocimiento. Nora recobra el conocimiento durante varios segundos, suficientes para ver cómo una mujer es asesinada a pocos metros. Al día siguiente nadie creerá a Nora, aunque ella, ayudada ... [+]
9 de julio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un consenso casi unánime dentro de la historiografía por encumbrar el filme de Mario Bava, La Ragazza che sapeva troppo (La chica que sabía demasiado, 1962) como el iniciador del subgénero conocido como Giallo. Esta palabra, que literalmente significa amarillo en italiano, y que hace referencia al color del papel en el que se editaban muchas de estas novelas policiacas tiene su propia aparición en la película, en dos momentos claves del filme. Uno de ellos en la secuencia inicial, que tiene lugar en el avión donde viaja nuestra protagonista, interpretada por Leticia Román, donde la voz en off nos indica que el libro que lee la joven (titulado sintomáticamente como The Knife) se trata de un giallo, uno de aquellos libros que cuentan historias truculentas de asesinatos e investigaciones criminales. La segunda vez que oímos la palabra es después de los diez minutos iniciales (que son auténtico tour de force), cuando nuestra protagonista es ingresada en el hospital, asegurando haber visto un asesinato y uno de los médicos le aconseja que no vuelva a leer novelas como los giallo, porque el resultado puede ser el de crear alucinaciones.

Ahora bien, la película que inicia el subgénero tiene bastantes diferencias con las películas que se harían en Italia posteriormente, como pudiera ser uno de los filmes que cimentan el Giallo, L’Ucello dalle piume di cristalio (El pájaro de las plumas de cristal, 1969), dirigida por Dario Argento, aprendiz directo de Mario Bava. Básicamente por dos cuestiones.
En primer lugar, la violencia de La Chica que sabía demasiado no es igual de truculenta que otras películas posteriores, incluidas del propio director como pudiera ser sei donne per l’Assesino (Seis mujeres para el asesino, 1964; donde Bava se pasa gran parte del metraje mostrando los asesinatos más escabrosos posibles). En nuestra película, la mayoría de los asesinatos ocurren fuera de campo (forman parte de una ola de crímenes que tuvo lugar en los mismos lugares pero diez años antes de nuestra historia) y los que suceden no llaman especial atención por su virulencia. Algo, que incluso puede sorprender hablando de un director como Bava.

Pero además, la carga violenta de la película queda tamizada por un humor irónico que desmitifica gran parte de lo que el espectador está contemplando en la película. Humor que puede venir desde la voz en off (que a pesar de que es un recurso que el director utiliza pocas veces, siempre que entra en acción es para utilizar un lenguaje anecdótico y sarcástico) o de algunas secuencias como el propio final de la película, donde vemos a un cura recoger un paquete de tabaco que en realidad contiene marihuana.

La Chica que sabía demasiado empieza con un ya comentado Tour de force que resulta imparable. Nuestra protagonista es una extranjera (recordemos que muchas de las películas italianas de serie B de estos años tenían una repercusión comercial importante fuera de las fronteras, motivo por el cual en muchas ocasiones Mario Bava contó con interpretes extranjeros en sus películas) que pretende realizar un viaje idílico por Italia, aunque rápidamente empezará a darse cuenta de que nada es lo que parece…

A las primeras de cambio se da cuenta de que el hombre que parecía tan ideal sentado a su lado durante el viaje en avión es en realidad un traficante de droga, la mujer que debía hospedarla muere de un ataque al corazón, la roban nada más llegar y lo más importante de todo, es testigo de un asesinato. Sin duda la película nos muestra la cara de una Italia oculta pero real. Si en multitud de películas, como Roman Holiday (Vacaciones en Roma, 1953) de William Wyler habíamos visto la cara más postalera y amable de la ciudad, la película de Bava se ocupa de buscar en el alcantarillado de Roma para descubrir lo que la mayoría de italianos no querían ver (aunque no olvidemos la intencionalidad comercial del filme).

Al guión es cierto que le faltan algunos detalles para llegar a ser una obra más que interesante. Los personajes están desdibujados y el giro final resulta demasiado inverosímil lo que desgraciadamente corta las posibilidades del filme.
Rodada en Blanco y negro, la película demuestra una utilización preciosista de la luz, especialmente cuando esta se encuentra en las secuencias interiores. Buena muestra de ellos son las escenas de acción que tienen lugar en la casa donde se hospeda nuestra protagonista, y en las que Mario Bava emplea un lenguaje que ya había madurado a lo largo de años de trabajo en otras producciones, antes de pasarse a la dirección.

http://neokunst.wordpress.com/2014/07/09/la-chica-que-sabia-demasiado-1962/
Kyrios
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