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Voto de Kyrios:
6
Intriga. Thriller. Terror Mary (Kim Hunter), una joven provinciana, decide ir a Nueva York para buscar a su hermana Jacqueline (Jean Brooks), que ha desaparecido. Con la ayuda de su ex marido (Tom Conway) y de un prestigioso psiquiatra, Mary descubre horrorizada que la desaparición de su hermana está relacionada con una secta satánica. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
1943, Estados Unidos está en plena paranoia por la segunda guerra mundial. La RKO tiene un nuevo proyecto en manos de Val Lewton, incombustible productor donde los haya. Decide encargar un filme sobre sectas satánicas a Mark Robson, un hombre que había editado Cat People, pero que aún no había dirigido ninguna película. Este acepta el reto, y el resultado será The Seventh Victim (La séptima víctima, 1943) una obra que a pesar de no ser perfecta llegó a inspirar al mismísimo Hitchock. También es cierto que muchos autores afirman que la mano de Val Lewton se nota detrás de la propia puesta en escena del filme, mucho más que en otras de sus producciones[1].

La película es lo que consideramos como serie B. Mark Robson contó con un presupuesto bastante ajustado que repercute en la película. De hecho lo notamos en el propio montaje, que parece estar recortado por todos los lados. La película dura escasamente unos 70 minutos.

La película nos introduce en el papel que interpreta la actriz Kim Hunter, una chica frágil y bondadosa. La película cumple a la perfección colocándonosla en los primeros minutos en una especie de institución educacional casi sacra. Ahí nuestra protagonista se entera que su hermana lleva desaparecida desde hace tiempo y decide partir en su búsqueda. Antes de marcharse, Mark Robson nos entrega una descripción perfecta del lugar donde ha vivido siempre. La citada institución rezuma paz y parece un oasis espiritual, se oyen los cantos de los niños y nada parece enturbiar el clima de tranquilidad. Para más Inri la protagonista queda encuadrada entre vidrieras que imitan el gótico, como si fuera una santa.

Todo lo contrario sucederá cuando nuestra protagonista viaje a Nueva York para encontrar a su hermana. En realidad, uno de los ejes de la película es destapar el entramado de enfermedad que late debajo de las grandes metrópolis. La segunda guerra mundial nunca aparece mencionada, pero sin duda se respira un clima nauseabundo en muchas de las secuencias del filme, que provienen del hastiado clima bélico. Nadie parece recordarse de su hermana, nadie la ha visto y nadie trata de ayudar a nuestra tranquila protagonista.

El desarrollo de la película tirará entonces por los caminos del cine negro. Nuestra protagonista se pondrá en búsqueda de su hermana con la ayuda de algún que otro personaje masculino (de hecho aparece un investigador privado en la película, personaje ineludible dentro del cine negro, aunque acaba siendo víctima en no mucho tardar) y la Séptima víctima recoge entonces el tono de investigación habitual que existe en el cine negro. Más que cine de terror, lo que la película propone es una serie de situaciones negras que en muchos momentos o mantienen una atmósfera terrorífica o que acaban siendo resueltos por elementos del cine de terror.

Porque por el medio del filme se destapa que nuestra protagonista había ingresado en una extraña secta, llamada de los Paladianos, donde se adora al mismísimo Satán. Pero a diferencia de la explicitud de directores como Jacques Torneur, recordemos Night of The Demon (La noche del demonio, 1957), Mark Robson difumina bastantes la secta de adoradores del diablo. No tienen nombre y apellidos (podrían ser cualquiera de los que deambula por la ciudad), ni tampoco se nos da muchas pistas de sus métodos de acción. Como gran parte del cine producido por Val Lewton, su nombre queda oculto en la sombra.

Aún así, la tijera se nota en exceso en La Séptima víctima. La trama se acaba desarrollando de una manera confusa, y en ocasiones entran y salen protagonistas del hilo principal, sin que se sepa muy bien el porqué. Con media hora más de metraje, seguramente la película habría ganado enteros.

Sin duda alguna, lo mejor de la película son algunas de sus secuencias, que son capaces de atemorizar a cualquier espectador que se atreva con la película. A la ya comentada secuencia inicial se le unen otras de puro terror, como una que acontece en la ducha de nuestra protagonista, en la que vemos como es amenazada por un miembro de la secta (secuencia que antecederá a la de Psicosis, también en la ducha), la escena en la que vemos a la secta de los paladianos tratando de forzar al suicidio a la hermana de la protagonista, o el brutal cierre de la película.

[1] Edmund G. Bansak, Fearing The Dark: The Val Lewton Career, Ed. Macfarland, North Carolina 1995


http://neokunst.wordpress.com/2014/09/27/la-septima-victima-1943/
Kyrios
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