James Gandolfini ha sido el motivo principal que me ha convencido para sentarme a ver esta película, pero no el único. Una pena perder a tremendo artista tan joven, con todo lo que tenía que mostrarnos aún. Su presencia en pantalla es motivo más que suficiente para ver cualquier tipo de película, aunque sea de dibujos animados. Y a ese punto no llegan todos los actores a lo largo de su carrera.

Por mucho que lo intente evitar, la mayor parte de sus actuaciones me traen a la memoria a Tony Soprano, quién sin dudas será su eterno personaje. Ese don que tenía para aparentar ser un tipo bonachón pero a la vez muy peligroso. Pero en esta cinta si de verdad debo destacar una actuación es la de Tom Hardy, este tipo me ha ganado definitivamente. La historia gira en torno a su personaje, quien en un principio catalogamos de secundario y se mantiene ahí gran parte del metraje hasta que por fin despega el asunto y nos damos cuenta de que no es lo que aparentaba.

La entrega transcurre en una atmósfera de intriga con gotas de cine de mafia, pero con recortes de acción. Pero lo más curioso es que funciona, porque la magia no está en la historia, sino en los personajes y a través de ellos no solo los vamos conociendo, sino que vamos entendiendo hacia posiblemente donde se dirigirá el desenlace.

Recomendable en especial por sus actuaciones.