En muchas ocasiones la vida de una persona da un giro de 180 grados y lo que antes era blanco ahora es negro. Y así, sin avisar. Nos cambian los planes, las personas, los lugares y nuestros proyectos y sueños...sin poder hacer nada por evitarlo.

La batalla por Sebastopol nos cuenta la vida de una chica normal y corriente en Rusia, donde su mayor propósito es divertirse con sus amigos y estudiar en la universidad. Sin embargo, un día de diversión acude a disparar a un campo de tiro y allí descubren que tiene un don para disparar, de la noche a la mañana se ve obligada a servir a su país como francotiradora contra los ejércitos nazis. Ahora todo aquello que había planeado cambia de color. Comienza su nueva vida.

Es cierto que la historia es muy interesante desde el punto de vista humano y bélico. Pero el ritmo es muy cansino y se hace bastante larga en ocasiones. Es de agradecer los continuos movimientos por el tiempo de su vida que lo hace un poco más ameno. Hecho de menos más escenas de guerra, pero las que hay, son de una maravilla visual dignas de encomio. La cámara desde la posición del punto de mira antes de afrontar un disparo me encanta.

Dicen que entre el amor y el odio solo existe un paso. Eso lo veremos bien reflejado en la pantalla en diferentes momentos del film. No solo habrá tiempo para guerras, disparos y muertes, también habrá hueco para el amor...aún en la propia guerra.

Interesante película para los no exigentes del cine bélico.