Primer largometraje de Alan Ball que nos deja muy buen sabor de boca debido a la buena realización de la obra, no tanto por la dureza de algunas de las cosas que muestra el film. Alan Ball arremete sin miedo contra la hipocresía del mundo adulto y no se corta a la hora de mostrar cosas que otros preferirían mostrar de forma más implícita; duele, pero no podemos obviarlo.
La peli se centra en la adolescencia de una muchacha americana de origen libanés que, a pesar de no tener el mínimo vínculo con sus raíces, le tocará sufrir los prejuicios de una sociedad intolerable. La grandeza de Alan Ball es que no se queda en lo fácil, que hubiera sido el rechazo por parte de la sociedad americana hacia una chica árabe, sino que presenta al padre de ésta como el más intolerable de los personajes que aparecen en la peli. Es un hombre conservador, chapado a la antigua, con unos valores morales más que discutibles y más preocupado por lucir un bonito jardín a la vista de todos que por los problemas que pueda tener su hija adolescente. Es incapaz de comprender a una niña deseosa de conocer el mundo moderno y adulto en el que le tocará vivir, y actúa erráticamente al ejercer su tutela, con tendencia a la sobreprotección; por otro lado, la madre parece incapaz de ver más allá de su sombra.
El tránsito de la infancia a la madurez adulta es ya de por si complicado, la adolescencia puede ser una etapa jodida y más aún si los modelos que tienes delante tienen tantas carencias como los aquí presentes, y ante el mal ejemplo de algunos padres, la solución está en buscar patrones fuera más apropiados (con mayor o menor acierto). El mundo adulto se nos presenta viciado, como una jauría de lobos hambrientos esperando que los conejos salgan de la madriguera para hincarles el diente.
Alan Ball nos vuelve a hablar de temas que ya había tocado en sus anteriores trabajos (a dos metros bajo tierra, true blood, american beauty): racismo, sexualidad, familia, e incluso homosexualidad, aunque de forma muy superficial esta vez. La peli tiene el ritmo pausado y el humor negro característico de él, excelentes actuaciones, y una gran banda sonora que recuerda ligeramente a American Beauty (ambas de Thomas Newman).

Hay que verla.