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Voto de Carlos Muñoz Muriedas:
8
Terror. Intriga. Thriller Siglo XIX. Cesar Charron, el propietario del teatro Grand Guignol de París, está realizando una adaptación de "Los crímenes de la Rue Morgue" (E. A. Poe) para consternación de su hija Madeleine, a la que la obra provoca pesadillas. Cuando varios miembros de la compañía teatral son asesinados, Charron empieza a sospechar que quizá René Marot, el asesino de su mujer al que la policía dio por muerto, esté vivo. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente film de terror cuyo visionado supondrá una sorpresa para más de uno. Con un presupuesto modesto, algo corriente en la AIP, el realizador Gordon Hessler sabe aprovechar muy bien el material y regalarnos una hora y media de excelente terror. Por una parte está la habilidad de no hacer una mera adaptación de la obra de Poe "Los asesinatos de la Calle Morgue", sino que el director nos la sitúa desde un teatro donde se está representando. La película es más un visionado de temas constantes de la obra de Poe como el de los muertos enterrados, con el añadido de recurrir también a "El fantasma de la ópera" de Leroux y al terror gótico y sensual, a partir de esa función se van difuminando las barreras entre la ficción y la realidad. Otro acierto es que podemos ver la reacción del público ya sea desde su caracterización física o psíquica. Las callejuelas de alrededor del teatro también sirven para incrementar la sensación de suspense y están sabiamente iluminadas. Otros aspecto a destacar es también la utilización de esa singular feria con algún que otro toque a "Freaks"
Por otro lado, tenemos las pesadillas de Madeleine (Christine Kauffman) que irán "in crescendo" y que nos ayudarán a ir completando las piezas. En estas es notable la utilización del paisaje, esos parques otoñales con abundantes hojas caídas, troncos rotos y luz grisácea.
La utilización de la cámara es inteligente, abundan la variedad de planos desde diversas perspectivas y encuadres, la fotografía de Manuel Berenguer también merece destacarse así como la gama cromática de los vestidos y los objetos, elementos muy bien confeccionados. Todos estos ingredientes, más la música característica de Waldo de los Ríos, la convierten en una pequeña joya a redescubrir.
Carlos Muñoz Muriedas
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