En un ejercicio muy cuidado y bien narrado, el realizador José Buil cuenta una historia basada en hechos sucedidos en los años 40, acerca de un asesino de mujeres con el contexto histórico de la inminente participación de México en la Segunda Guerra Mundial.

Es 1942, el Congreso mexicano ha aprobado la declaración de guerra en contra de los países del eje, los jóvenes mexicanos viven en la incertidumbre ante la posibilidad de ser enlistados para ir a pelear, como Jorge (Norman Delgadillo), estudiante de química quien está de novio con Paquita (Vico Escorcia), el admira a su compañero de clase, el más adelantado, Goyo (Gabino Rodríguez), quien sale con Chela (Sofía Espinosa).

Juntos buscan convencer a sus novias de que los acompañen a su laboratorio, el cual tienen en una casa de la familia de Goyo ubicado en la calle Mar del Norte, el cual es ha convertido en la guarida de Goyo, quien gusta salir por las noches a buscar prostitutas que terminan sus días enterradas en el patio del laboratorio.

La principal virtud de la más reciente película de José Buil es la estética conseguida para narrar la historia, filmada en blanco y negro, con cierto aire noir, y una muy lograda ambientación y recreación de la época.

La historia es contada por el personaje de Jorge, el amigo de Goyo, para de a poco ir profundizando en este personaje, un hombre reprimido que busca imponerse por la fuerza a las mujeres y someterlas, con un elevado nivel de inteligencia que le permite ser becado por Pemex para así poder tener una vida tranquila y con ciertos beneficios.

Buil consigue una película que logra ser un buen retrato de una época y de un personaje complejo, con un aire al cine mexicano de esa época, filmada con estilo y buen pulso.


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