Las películas que cuentan la historia de un profesor que llega a una escuela conflictiva responden a una fórmula ya conocida, por lo regular resultan ser películas inspiradoras donde el protagonista consigue revolucionar a su grupo, motivándoles para conseguir algún objetivo.

A ese grupo de películas pertenece ‘La mélodie’, donde un violinista, Simon Daoud (Kad Merad), decide trabajar en una escuela de un barrio popular París, ahí será presentado a sus alumnos por el profesor Farid Brahimi (Samir Guesmi), encontrándose a chicos problemáticos y poco interesados en la música.

En sus primeros días aparece por su clase un chico llamado Arnold (Alfred Renely), de origen senegalés y quien sufre el acoso de sus compañeros, él se muestra inesperadamente interesado en aprender a tocar el violín, siendo aceptado en el grupo, el cual tiene como objetivo final poder insertar a los chicos en la filarmónica para un concierto especial.

La película sigue su fórmula sin mayores sorpresas, el profesor deberá luchar a contracorriente contra la apatía mostrada por los alumnos hasta lograr motivarlos y llevarlos a conseguir su objetivo, un tanto al estilo de ‘Los coristas’.

Lo que la película hace bien es el planteamiento y desarrollo de sus personajes principales, tanto el profesor como el joven Arnold, así como el retrato del entorno donde viven los chicos y su escuela.

Pero la historia sigue su curso sin sorpresas y porque así está escrito en el guion, sin llegar a ser lo suficientemente emotiva que la vuelve una experiencia memorable, logrando apenas ser una película más y que transmite la sensación de haber sido ya vista.

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