He aquí un compendio de todas las desgracias y vejaciones que un ser humano podría sufrir, parece que no se les ha escapado ninguna; pero es que el personaje protagonista, el Victorio del título, además de ser un mara que busca la redención, es hijo de una familia desintegrada y marginal, ladrón, dealer etc, y para colmo de males se cruza en su vida una chica (Irán Castillo) que lo ha sufrido peor, ella está infectada por el VIH, fue violada por su padre que la embarazó, sufrió un aborto, vende drogas, se acuesta con su jefe, familia desintegrada, la meo un perro y termina infectando a Victorio para hacer todo esto mas dramático, y lo peor es el tratamiento encuanto a la enfermedad, una mirada anclada en lo que se veía en aquellas películas retrógradas de los 80-90.

No dudo que las intenciones de los realizadores de está película eran las mejores, seguro buscaban darle voz y acción a ese olvidado y sufrido sector marginal cada vez mayor en mi pais, el realismo que intentan imprimir en cada una de las escenas queda totalmente desprotegido por un combo malogrado de un guión exagerado y sus diálogos insufribles, además de interpretaciones totalmente fuera de registro, quedando como resultado final una muy decepcionante película, tremendista como pocas.

Para destacar queda la construcción y la soberbia interpretación que consigue Roberto Sosa con su muy partícular personaje "Lulú", que sale a flote a pesar del fallido guión.