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España España · Tarragona
Voto de Luigi:
8
Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2024
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Wim Wenders no engaña a nadie. La primera película que vi suya fue esa obra maestra llamada “París, Texas”. Después he visto unas cuantas más, pero ya hacía tiempo que no veía nada nuevo de él. Por eso, cuando supe de esta película japonesa, pero que viene firmada por él, no tuve dudas en ir a verla, a pesar de que ahora soporto mucho menos que cuando joven la impostura intelectual; me refiero a ver una película plúmbea y salir del cine con cara de circunstancias, halagando su fotografía, su intencionalidad, su profundidad, pero negándonos que nos hemos aburrido soberanamente.

Dicho esto, este no es el caso. A pesar de tener un ritmo lento y repetitivo, un argumento que podría resumirse en unas pocas líneas, Wenders continua demostrando que se puede hacer gran cine con muy pocos elementos. Hay que saber cómo contarlo, con la maestría de dominar la cámara como pocos directores actuales, con un protagonista omnipresente que es el alma de la película, -sin él no hay película, sin ese actor, quede claro-, con una historia sencilla pero verdadera.

¿Qué historia es esa? La de alguien que ha renunciado a los supuestos lujos actuales para vivir modesta y solitariamente gracias a su trabajo de limpiador de retretes, -eso sí, de retretes modernos situados en un parque de Tokio con usuarios japoneses muy respetuosos, pensando en el siguiente usuario- y que ejecuta con esmero a pesar de la indiferencia o asco de los demás. Alguien que desconoce los grandes avances tecnológicos actuales.

¿Se puede ser feliz así? Buena pregunta, la respuesta o intento de la misma se encuentra en el film que comento, en especial en su largo travelling frontal casi en primer plano de su protagonista y que sirve de escena final. Vale la pena dejarse por un rato de tantas películas con efectos especiales de ordenador, de argumentos aparentemente complicados pero que en realidad no dejan ser refritos de otros muchos para averiguarlo o, en todo caso, para reflexionarlo.
Luigi
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