Una cinta de bajo presupuesto y producción modesta en todos los sentidos, cuya intención es la de jugar con el elemento de la gata como símbolo y reflejo para unas personas desaprensivas cuyo egoísmo lleva a cometer actos atroces y ven en ella la culpa que sienten por dentro debido a sus propios actos.

Desafortunadamente para lograr ese estado psicológico hubiera hecho falta una atmósfera muy cuidada y una gran precisión en cada detalle, ya que la línea que separa el terror del ridiculo es en ocasiones muy fina, y en este caso no se logra, ya que cada aspecto de la misma, la música, la fotografía, dirección, actuaciones, resultan muy flojas.

Aún con todo, y no llegando al nivel de un relato de Poe, resulta divertida como curiosidad y vista como comedia involuntaria, una con una gata vengadora que poco tiene que envidiar a la novia de “Kill Bill” por como la presentan.