Secuela en la que se muestra lo sucedido con el personaje de Yuki (Meiko Kaji) tras finalizar su venganza.
Se suele decir que quien busca venganza ha de cavar dos tumbas, ya que aquellos que persiguen a la muerte la acaban encontrando.

A Yuki no le importaba morir, no tenía sueños, ni esperanzas, ni propósito alguno que no fuera completar su cometido, y tras lograrlo, la nada.

Pero sigue viva, y respira, y camina. Esto puede ser el camino difícil para ella, y es el lugar que explora esta continuación con mucho acierto. Su destreza y habilidad únicas la mantienen aunque no tenga ningún motivo, con lo que es arrastrada como una hoja por la corriente, o así lo parece en los primeros compases, en los que la trama, es eso que se desarrolla a su alrededor, pero aparentemente sin contar con ella.

La historia habla de poderes, intereses y gobernantes, y del fin de la Era Meiji, de un modo más complejo que se aleja un poco de la simplicidad de la historia de la primera parte, en la que vemos dos venganzas de un modo más clásico.
Aquí el destino arrastra a Yuki mientras observa y ve bondad e ideales, así como maldad y corrupción que pretende usarla, y ella se encuentra en el centro de todo.

Yuki arroja su espada una vez, ya que al ser ella misma venganza, una vez cumplida esta, ya no sabe como vivir.
La recupera y lucha como solo ella podría hacerlo hasta que la clava por última vez, ya que al hacerlo, mata también aquello por lo querría vivir.