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España España · Costa mediterránea
Voto de Antoine Czirszn:
6
Drama. Fantástico El film se centra en la transición entre el siglo XVIII, el del racionalismo, el siglo de las luces y la sensualidad, y los principios del siglo XIX, el del romanticismo, el oscurantismo y la violencia. Dos famosas figuras personifican estos mundos, Casanova y Drácula. En Francia, en una atmósfera de corrupción y alegría artística, un veterano marqués, siempre acompañado por su sirviente de las tierras del norte, vive en un pequeño ... [+]
5 de marzo de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy en la sala de cine. Es la segunda jornada del "Ibn Arabi Film Festival", el Festival Internacional de Cine de Murcia. Un vídeo da la bienvenida a los espectadores que nos hemos acercado a ver “Història de la meva mort”. Es Albert Serra, el director de la película. Tiene un mensaje que dar. Se disculpa por no haber podido estar aquí. Y aprovecha para dar un aviso a navegantes: tened paciencia, son dos horas y media. Y sí, son dos horas y media, tiempo suficiente para pensar en muchas cosas. ¿Por qué no podré nunca estirar las piernas en el cine? ¿Tendré agua suficiente para pasar el trago que me han anunciado? ¿Esa luz va a estar parpadeando todo el tiempo? Y así empiezas la película, preguntándote.

Sin embargo, conforme avanza la cinta, es más, muy pronto, antes de poder hacerte una cuarta pregunta, te dejas arrastrar por la bonita fachada de la película de Albert Serra. Y es que la fotografía y el sonido son las dos grandes bazas de “Història de la meva mort”:
-El tratamiento de las luces y las sombras características de la época que retrata (s.XVIII-XIX) me lleva a pensar en “Barry Lyndon”, de Stanley Kubrick, sobre todo por la fotografía, tan poco artificial como cuidada. Y en el "Desayuno sobre la hierba" de Manet. Y en los claroscuros de Caravaggio (¡Vamos! que me ha gustado la fotografía).
- El sonido, por otra parte, tiene un papel primordial, amplificado para retratar las fascinaciones y las obsesiones de los personajes: el amor y la muerte, pero también la venganza y la comida. Y es precisamente por ésta última obsesión, y sobre todo por el significado sexual que el director atribuye a ella y a sus sonidos, que esta película me lleva a pensar también en otra referencia externa, en este caso en “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”, de Peter Greenaway.

Sin embargo, no ocurre lo mismo argumentalmente. O, al menos, no ocurre tan rápidamente -como me ha pasado a mi, pues al final es cuando he visto que casi todo cobra sentido-. Incluso habrá quien no quiera o no pueda dejarse arrastrar por la historia que se nos quiere contar. Esta película es la historia de un tránsito: el paso del luminoso, ilustrado y revolucionario siglo XVIII, hacia el sombrío, romántico y contrarrevolucionario siglo XIX. Una transición que Serra decide encarnar en dos personajes paradigmáticos, Casanova y Drácula:
- El primero, extrovertido y extravagante, iluminado por la razón, la erudición y la sensualidad.
- El segundo, misterioso y casi terrorífico, ensombrecido por su propia historia novelesca y la sexualidad más visceral.
Pero ambos están obsesionados por las mismas cosas: el amor (l'amor) y la muerte (la mort), y, a la vez, por ninguna de ellas.

En definitiva, como una petite mort, literal, simbólica y cinematográfica, y, a la vez, ninguna de ellas. Eso es “Història de la meva mort”.
Antoine Czirszn
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