Cuando empecé a ver esta serie, dudaba incluso de que algún día le dedicase algunas palabras en el blog. Era una de esas series de dibujos animados que me gusta ver mientras desayuno (sí, tengo comportamientos seriamente infantiles que no he cambiado), pero debo decir que todo fue cambiando con la segunda temporada que se estrenó en Netflix.

La primera tanda de episodios, sin ser arrolladora, es una historia de aventuras, divertida, con algunos capítulos bastante interesantes y con una premisa que, aunque manida (una chica torpe que termina en una escuela de magia y decide ser como su ídolo), se presentaba de una forma fresca y con algunas ideas bastante alucinantes: ese dragón que presta parte de sus bienes y ganancias cual prestamista (y está todo invertido en bolsa, olvidaos de montañas colmadas de oro cual Smaug), esa crisis mágica o esos personajes que poco a poco acaban ganándose un hueco como la protagonista Akko, su "enemiga" Diana Cavendish, la extraña Sucy, la profesora Úrsula y todo un reparto bastante colorido.

Y, de pronto, en la segunda tanda de capítulos, más allá de seguir conociendo algunas aventurillas de los personajes, tienden una trama clara con la aparición de la nueva profesora: Cross, una maestra centrada en las nuevas tecnologías y en cómo estas pueden salvar la magia, mientras que la profesora Úrsula revelará el oscuro secreto de la bruja que impulsó desde la niñez a Akko a convertirse en bruja. Y por el camino, si bien hay episodios que siguen una estructura de aventura clara, no deja de ser una serie simpática, interesante y con algunas grandes ideas tejidas en torno a una trama para los más jóvenes que no cae, por desgracia, en la deshonestidad de una propuesta como Sword Art Online, que finalmente se centraba más en los amoríos o la hipersexualización de los personajes que en la propia trama.

Personalmente, pese al aspecto cursi o sentimentaloide que pueda tener a simple vista, me sigue quedando con todos esos personajes que al menos se mueven por una idea tan interesante como creer en uno mismo. Puestos a aprender algo, ¿por qué no esto?

Puede que el encanto del anime radique en una serie de personajes que, aunque a veces parten de un estereotipo, terminan siendo humanos, como la propia Akko que, por imperfecta que sea, siempre demuestra ser un personaje lo suficientemente interesante frente a otros protagonistas de obras recientes del anime. Y es que todo el reparto, ya sean protagonistas o secundarios, se pueden resumir con el adjetivo "majo", perfecto para definir la serie.

Además, todo ello en el entorno de la escuela de magia concebida por la ficción en múltiples obras y que aquí mezcla todos los puntos positivos de la experiencia mágica con las vivencias de los más jóvenes.

La animación de la serie está muy bien, al igual que el diseño, que supera muchas veces el presupuesto y cumple a la hora de narrar esta aventura que se basa en guiones que son pura estructura, trabajados para el tipo de serie que es, siempre realzada por una banda sonora que, aunque repite algunos temas, en ocasiones sorprende con otros nuevos.

En definitiva, me acerqué a esta serie como un mero entretenimiento mientras desayunaba y se ha terminado transformando en una de esas obras que, aunque más pequeña, ha resultado ser interesante y poseedora de algunos puntos que la hacen reivindicable dentro de un panorama viciado por el cinismo o los clichés.

Publicada originalmente en http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/10/little-witch-academia-el-valor-de-las.html