Esta serie británica de cuatro episodios te agarra desde el primer momento y es tan adictiva como angustiosa. Con la factura impecable de la filmografía del Reino Unido y unos actores perfectos para sus roles, consigue que estés deseando a la vez que se resuelva todo pero disfrutando de la historia que cuenta.
Su director, Niall McCormick, nos sonará de otras series británicas como "La víctima", o "The song of lunch". La primera fue una de las mejores series que han pasado por mi ojos, al menos para mi gusto.

Sin grandes alharacas de golpes de efecto, vas entrando en su desarrollo sin que falte ese terror psicológico muy al estilo de Hitchcock, que ahora parece que ha desaparecido en las pantallas en pro del gore mucho más explícito. En resumen, una buena serie para pasar "un mal rato".