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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
8
Documental En 1972 se estrenó una película que convulsionó la realidad social estadounidense: Garganta Profunda. Considerada la película más rentable de todos los tiempos (costó 25.000$ y llegó a recaudar 600 millones de dólares), Garganta Profunda fue más que una excitante curiosidad y un gran éxito de taquilla. Estrenada en el mismo momento en que los movimientos nacionales para la liberación sexual, la igualdad de derechos y los valores ... [+]
25 de febrero de 2011
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine porno, aunque cueste creerlo, no siempre fue la tediosa, rutinaria e impersonal tabla de contorsionismos gimnásticos a toda carne que es en la actualidad. Hubo un tiempo, antes de los esteroides y los implantes mamarios, antes de los pubis rasurados, el bótox y los torsos de gladiador, antes de la fabricación en cadena de aburridos intercambios de fluidos entre insulsos monigotes de látex, en el que la pornografía no sólo era infinítamente más divertida, original y creíble que la que vino después, sino que podía convertirse en un arma de la libertad de expresión frente al poder establecido y en un atrevido desafío a las severas normas de la hipócrita y represiva moral sexual de su época.

Vista en la actualidad, cuando estamos a un solo click del sexo explícito hasta en sus más extremas manifestaciones, las escenas que contiene “Garganta profunda” pueden parecernos ingenuas, chapuceras e incluso ridículas, pero su estreno en 1972, antes del vídeo y de internet y cuando sólo podían contemplarse números sexuales en películas médicas o en “nudies” de pobrísima factura, supuso un auténtico terremoto en la sociedad norteamericana. Rodada casi a hurtadillas y en apenas dos semanas por Gerard Damiano, un astuto ex peluquero que conocía al dedillo, gracias a las confesiones de sus clientas, el alto grado de insatisfacción sexual de las mujeres americanas, “Garganta profunda” ofrecía una visión desacomplejada y festiva del sexo y de la búsqueda femenina del placer, culminada por una felación de antología entre cohetes, campanas y fuegos artificiales, que rompía tabús y prejuicios y la ponía en el punto de mira de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense, cuya presión fue clave, paradójicamente, para darle publicidad y convertirla en la peli más rentable de la historia: costó 25.000 dólares y lleva recaudados más de 600 millones.

Narrada por Dennis Hopper, “Inside Deep Throat” documenta muy competentemente la producción, el impacto y la trascendencia de “Garganta profunda”. Recurre para ello a los testimonios de gente directamente implicada en ella, como Damiano, Linda Lovelace o el encantador semental Harry Reems, a estrellas del porno como Georgina Spelvin, a cineastas como Coppola, Wes Craven o John Waters, a celebridades como Hugh Hefner, Jack Nicholson o Warren Beatty, a literatos como Gore Vidal o Norman Mailer. La mejor frase de este documental, sin embargo, es obra de una anónima y dulce señora de unos setenta y pico años, que reconoce haber ido a verla porque “no quiero que nadie me diga que no puedo ir a ver una peli guarra”. Lejos de ser una anécdota, esta frase resume muy bien la significación de “Garganta profunda” en la América de esa sabandija llamada Nixon, uno de sus peores enemigos, que hizo cuanto estuvo en sus manos por retirarla de la circulación, antes de caer por culpa, en buena medida, de las revelaciones de un misterioso informador llamado ya sabéis cómo. Justicia poética, creo que lo llaman.
Normelvis Bates
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