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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Terror. Intriga Una bahía, objeto del deseo de diversos personajes ambiciosos, será el espacio fatal donde se producirá una cadena de muertes causadas por sádicos asesinatos. Al parecer, una trama de oscuros intereses es el motor que impulsa una rueda criminal implacable. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible, como señalan algunos, que otras películas anteriores de Bava contengan ya el perfil genético del “giallo”, pero después de ver “Bahía de sangre” le queda a uno la sensación de haber asistido a lo que podría considerarse la auténtica apoteosis del género. “La muchacha que sabía demasiado”, pese a su atmósfera tenebrosa y enrarecida, es todavía demasiado “naïf” y convencional, lo más terrorífico que contiene es una canción de Adriano Celentano y la poca sangre que puede verse en ella carece del color y la densidad de la que sí corre en “Seis mujeres para el asesino”, mucho más morbosa, chillona y abigarrada, es cierto, pero montada todavía como un juego arquetípico de caza y captura de un enigmático y escurridizo criminal, con sus pistas y sus sospechas y su correspondiente revelación final. En “Bahía de sangre”, sin embargo, asistimos a la plena madurez del “giallo”, el momento en que uno de sus más señeros representantes pone deliberadamente al descubierto no solo sus patrones formales y argumentales sino también, por si fuera poco, su propio antídoto crítico.

Para disfrutar del “giallo” hay que aceptarlo tal como es: un género hiperbólico que, como la lente de un microscopio, actúa por énfasis y exageración, sigue avanzando allí donde otros se detienen y muestra hasta el último detalle de aquello que podríamos muy bien pasar sin ver. “Bahía de sangre” no es el primer “giallo” y podríamos discutir si es la mejor o más representativa de sus muestras, pero es una película que, de modo consciente, lleva hasta sus últimas consecuencias las directrices estilísticas del género, mostrando y exacerbando hasta la última de las nervaduras de su tramoya y personajes característicos. Lo que se nos devuelve es una imagen sobreexpuesta o pixelada del “giallo” en la que éste llega a su cima y se convierte, al mismo tiempo, en algo completamente distinto: se acabaron las turistas ingenuas o los bienintencionados investigadores, las pistas serán falsas o gratuitas, buena parte de las escenas violentas serán tan extremas, imaginativas y desmelenadas como accesorias y lo que menos importará será la identidad de un asesino que ni es un psicópata ni mata por placer a unas víctimas ruines o idiotas con las que va intercambiando su papel y que son tan responsables como él de su propia destrucción.

Porque “Bahía de sangre” es, en el fondo, un sarcástico y nihilista retrato de las bajezas humanas y de la inanidad de sus aspiraciones. No se esconde un monstruo bajo la máscara del asesino, nos dice Bava, sus auténticos móviles son sentimientos estremecedora y ridículamente humanos: la codicia, la vileza, la venganza. De ahí que esta catarata de inútiles sacrificios a la estupidez humana que revienta las costuras de su propio género solo pueda clausurarse con una escena en la que resuena, de fondo, la sardónica carcajada del dueño de la farsa, de quien sabe que el cine es un juego que puede, algunas veces, helarnos la sangre con sus bromas.
Normelvis Bates
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