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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
4
Terror. Ciencia ficción Varios sucesos extraños se suceden en una pequeña y tranquila localidad pesquera. Primero, un barco de pesca explota provocando la muerte de sus tripulantes. Los perros del puerto aparecen descuartizados, excepto el del indio Hank. Los pescadores creen que él ha sido el autor de la matanza, y hacen lo propio con el perro del nativo. Pero cuando varios bañistas son asesinados, y algunas chicas violadas, algunos empiezan a comprender que ... [+]
5 de noviembre de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una época, allá por los años 70 y 80, en que la sola visión del agua podía causarnos, a los más tiernos aficionados al cine, un terror insuperable: tiburones, orcas, tintoreras, barracudas, pulpos, pirañas y demás bichos que pueblan ríos, mares, lagos, embalses, pantanos y acequias se apropiaron de la pantalla y desde allí se dedicaron a conspirar, los muy cabritos, contra los torpes e indefensos seres humanos. Fue entonces cuando aprendimos que meter un pie en el charco equivocado podía pagarse muy caro.
Sólo faltaba que a alguien se le ocurriera añadir a la larga lista de criaturas acuáticas con instinto asesino a la nueva especie animal que protagoniza esta peli, surgida de una mutación debida al consumo de salmón manipulado genéticamente en una fábrica de conservas (!!!) para acabar de acojonarnos definitivamente. Cualquiera se va de vacaciones a Salou con estos humanoides anfibios cubiertos de algas, líquenes y mocos rondando por la playa y dispuestos a arrancarte de cuajo el careto con sus enormes zarpas y su afilada dentadura . Eso si eres un tío, claro, porque se ve que estos machotes se aburren tanto, tan solitos en el fondo del mar, que en cuanto huelen a una rubia macizorra tratan, los muy marranos, de perpetuar su especie con ella, dando pie a sugerentes escenas de amor sobre la arena que levantarían las iras de la picajosa Ministra de Igualdad. Feos, cachondos y repudiados: unos incomprendidos. No es extraño que los cafres marinos les cojan tirria a los humanos y les dé por sabotear las fiestas del pueblo de la manera más bestia posible.
Como en todas las pelis de este estilo, la cosa empieza con una serie de acontecimientos extraños a los que nadie, salvo algún lúcido lugareño, presta atención, hasta que se desata el desastre, que el señor “Ya-os-lo-avisé” será el encargado de atajar. Un Doug McClure más tripón de lo habitual será el pescador juicioso que, con la ayuda de un indio ecologista y de una doctora que ejerce, según sus propias palabras, de “científica profesional”, trate de acabar con estos libidinosos bicharracos. Mucha cámara subjetiva, mucha toma subacuática, bastantes disparos y explosiones y sustos y golpes de efecto, casquería a discreción, una pizca de mensaje políticamente correcto (paz entre razas, el respeto a la naturaleza frente al progreso), los adolescentes en celo de turno y muchas, muchas rubias (en salto de cama, en bikini o a dominga limpia), en una peli que, pese a sus evidentes limitaciones de todo tipo, no deja de tener su gracia, más que nada porque es más bruta y lerda de lo que suele ser habitual en este tipo de productos. Tal vez se deba a que fue producida por el mismísimo Roger Corman, que ideó, al parecer, una de las escenas más sanguinolentas de la peli, a medio camino entre “Alien” y “V”.
No dejéis, en cualquier caso, que la vean los niños. No por el sexo, ni por la sangre. A ver quién es el guapo, después de ver esta peli, que les convence de que hay que comerse el pescado.
Normelvis Bates
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