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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Documental "God Bless Ozzy Osbourne" es la biografía del que fuera considerado el rockero más loco de los '80. Narrada en forma estrictamente cronológica, nos paseará por momentos fundamentales de la vida de Ozzy Osbourne, gracias a entrevistas exclusivas con el propio Ozzy, sus antiguos compañeros de Black Sabbath, algunos colaboradores que siempre lo acompañaron, y artistas de la talla de Paul McCartney, Robert Trujillo y el infaltable Henry ... [+]
15 de diciembre de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay solo una o dos maneras de llegar a este mundo y muchas de marcharse de él, y no deja de ser sorprendente, si uno se para a pensarlo, que Ozzy Osbourne siga todavía en el mundo de los vivos, a pesar del empeño con que él mismo se ha puesto, una y otra vez, en el trance de abandonarlo. Y hablar de simple suerte es quedarse muy, pero que muy corto. Que el bueno de Ozzy siga vivo, después de haber sometido su cuerpo, durante décadas, a la dieta más salvaje y descerebrada de drogas y alcohol habida y por haber en el mundo del espectáculo, más que una sorpresa es un auténtico milagro, no exento de cierta negra ironía: bendecido por Dios o tocado por el Diablo, el maltrecho cuerpo de Ozzy y la castigada masa gelatinosa que, según él mismo, ocupa ahora el lugar de su cerebro, han sobrevivido, inexplicablemente, a los de incontables y sanísimos incautos que cayeron mucho antes que él.

Para quienes llevamos años familiarizados con el Chiflado por excelencia del Rock’n’Roll y con las anécdotas contenidas en su autobiografía, “I am Ozzy”, este documental no resulta, admitámoslo, ni especialmente novedoso ni demasiado revelador. “God bless Ozzy Osbourne” es, como su título insinúa, una versión más bien blandengue y desinfectada de sus surrealistas e interminables correrías a lo largo y ancho de más de cuarenta años, los que separan al inadaptado veinteañero que colgó un anuncio en una tienda de discos (“Ozzy zig needs a gig”), que acabó convirtiéndole en el cantante de una de las más influyentes y poderosas máquinas de ruido de la historia del rock, y los restos del naufragio, ese frágil y tambaleante amasijo de piel y huesos, macerado en mil y una sustancias dopantes, que se castiga sobre la bici estática o saltando a la comba y que celebra su sexagésimo aniversario en un hotel de Las Vegas entre achuchones, repostería y dentaduras postizas.

Este documental, sin embargo, puede resultarles de gran utilidad a los no iniciados en la Ozzmanía, aquellos que solo han sabido de Ozzy por su patética caricatura televisiva como disfuncional padre de familia y desconozcan todas las muertes y resurrecciones de un personaje sin par, que ha sobrevivido a las más inverosímiles catástrofes, algunas hilarantes (¿quién sino Ozzy puede despertarse una mañana en la mediana de una autopista sin saber cómo ha llegado hasta allí?) y otras terribles, como el absurdo accidente de aviación que le costó la vida a Randy Rhoads. Alguno habrá que se acerque a un disco de Black Sabbath y descubra que bajo la ridícula máscara del histrión hubo una vez una voz, amada y odiada a partes iguales, pero única e inconfundible. O que teclee el nombre de Randy Rhoads en Google y asista, boquiabierto, a la revelación de estar escuchando a uno de los mejores guitarristas de su generación, y lamente, inmediatamente, que se marchara de este mundo hace ya treinta años y que, a diferencia de Ozzy, no haya descubierto todavía el camino de regreso.
Normelvis Bates
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