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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
6
Bélico. Drama En la guerra civil española, un campesino se rebela ante la idea de abandonar su tierra para incorporarse a filas. Cuando es trasladado al cuartel general para entrar en combate, conoce a una hermosa mujer, que resulta ser una espía del bando contrario. Durante un ataque aéreo, buscan cobijo refugiándose en una casa que resulta bombardeada, quedando ambos bajo los escombros. El campesino intentará convencer a la mujer de que sus ideas ... [+]
8 de julio de 2010
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque siempre quedarán candorosos pipiolos dispuestos desde su púlpito a intentar convencernos de lo contrario, las mejores intenciones, en arte, no siempre se corresponden con unos resultados formales a la altura de su bondad ética o ideológica. Juzgar negativamente las colosales películas de Griffith o Riefenstahl sólo porque (legítimamente, faltaría más) nos repugnan el ideario político que defienden o su función propagandística de valores que, con todo el derecho del mundo, nos pueden parecer inmundos y despreciables, no sólo es injusto y poco respetuoso con el gran talento de sus autores, sino tramposo y abiertamente hipócrita.

Dando por sentado que nuestras creencias son una vara de medir legítima a la hora de enjuiciar una película y loándola o aborreciéndola sólo (ojo con el sólo) en función de su fidelidad a la rectitud moral o ideológica que predicamos, no hacemos sino abrir la puerta a que cualquiera pueda, a su vez, hacer lo mismo desde su propio sistema ético, por discutible o directamente repugnante que éste sea. No hay, en el fondo, demasiada diferencia entre el racista extasiado ante “El nacimiento de una nación” sólo (de nuevo el sólo) por su angelical visión del KKK o el nazi que aplaude con lágrimas en los ojos “El triunfo de la voluntad” por su exhibición del poderío ario, y quienes excomulgan a Ford, Fuller o Peckinpah bajo la peregrina acusación de fascistas mientras ensalzan, a la vez, auténticos truños, únicamente porque masajean su recta e incontrovertible (o eso creen ellos) concepción del mundo.

Nada más fácil que sentir admiración por ese puñado de artistas e intelectuales que desafiaron el silencio de las pusilánimes democracias occidentales y se posicionaron abiertamente a favor de la legítima República española. No sólo eso: financiaron de su bolsillo proyectos como éste, que denunciaban la situación de indefensión de la población civil ante las salvajes tácticas militares empleadas por el bando franquista y las tropas del Eje. Qué más noble que luchar contra el código Hays, contra organizaciones tan siniestras como la Legión de la Decencia o los Caballeros de Colón, que montaron piquetes ante los cines, o la misma Iglesia católica, que instó a los feligreses a que la boicotearan. Qué intenciones encontraríamos mejores y más dignas de encomio.

Y sin embargo, los resultados son más bien pobres. Apresurada, confusa, maniquea y panfletaria, “Bloqueo” contiene tópicos y dislates a mansalva y es, a pesar de sus aciertos parciales, una peli mediocremente construida y realizada, que nada a la deriva entre la denuncia, la intriga y el romance. Algunos de sus males son perfectamente explicables por las circunstancias en que fue rodada (*), pero lo cierto es que su escaso interés es hoy puramente testimonial: es un estupendo y descorazonador documento de la inutilidad de los buenos sentimientos, del arte como arma cargada de futuro. Aviones, no películas, eso necesitaba la República: el celuloide no mata fascistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Normelvis Bates
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