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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Aventuras. Romance Alan Gaskell (Clark Gable) es el capitán de un barco experto en cruzar los mares de China. Es un hombre experimentado, fuerte y aguerrido, al parecer de vuelta de todo. En cierta ocasión, el barco debe transportar un importante cargamento de oro desde Hong Kong hasta Singapur. Gaskell teme algo más peligroso que un tifón; el ataque, frecuente en la zona, de los piratas para hacerse con el botín. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice la leyenda que el apetito sexual de Jean Harlow era insaciable, que era aficionada a los más extraños juegos de alcoba, que frecuentaba burdeles de lujo como “The House of Francis” (el de “L.A. Confidential”), donde compraba los servicios de prostitutas (que se quejaban amargamente de sus enfermizas apetencias) o pagaba 500 dólares a Lee Francis, la madame, por mandar clientes a su casa, que por su cama pasaron actores, productores, magnates y desconocidos sin número, que el suicidio de su marido, Paul Bern, se debió a la supuesta impotencia que no le permitía satisfacer las inaplacables exigencias de su mujer en el catre. De ser cierto todo esto, lo raro es que Jean Harlow encontrara tiempo para rodar película alguna con la que financiar su salvaje vida nocturna. Lo cierto, sin embargo, es que entre escándalo y escándalo y revolcón y revolcón, Jean Harlow logró adquirir el status de gran estrella en el firmamento hollywoodiense de la época, hasta que su temprana muerte, a los 26 años, truncó definitivamente su meteórica carrera.

A pesar de no tratarse, ni mucho menos, de una gran actriz, Jean Harlow no merece el injusto olvido en el que se halla sumida su figura. Fue el gran mito sexual del Hollywood de los años 30 y la primera gran rubia platino de la historia del cine, y su imagen, entre sofisticada y chabacana, fue imitada hasta la saciedad por miles de jovencitas americanas de su época y hasta de varios años posteriores a su muerte que soñaban con ser como ella. Para una chica de Los Angeles llamada Norma Jeane, sin ir más lejos, era la mejor actriz sobre la tierra y decidió que quería ser como ella. Y el resto es historia.

“Mares de China” no es una película memorable por ningún motivo en especial, pero puede servir a aquellos que no conozcan a Jean Harlow para verla en su salsa, metida en la piel de la desmelenada China Doll, una mujer de vida disoluta que ronda como una gata en celo alrededor del borrachín e irascible capitán Alan Gaskell (Clark Gable) y que saca las uñas y lanza furiosos maullidos cuando una antigua novia de éste (Rosalind Russell) aparece en el barco que les lleva de Hong Kong a Singapur. Es una película entretenida y bien narrada, muy representativa del cine de aventuras de la época y que exhibe el pintoresco exotismo que tanto gustaba por entonces. Por ella desfila una variopinta galería de personajes y situaciones que incluyen cerdos drogados, chinos travestidos, princesas orientales, un escritor alcohólico, piratas malayos (con bota incluida), simpáticos traidores, atormentados marinos en busca de redención, pavorosos (ejem) tifones, pianos enloquecidos y una apisonadora (!) patinadora.

Quienes no sepan todavía cómo las gastaba Jean Harlow pueden, con esta peli, verla plantando cara y achicando a hombretones como Gable o Wallace Beery y hacerse una idea muy precisa de los motivos por los que su mezcla de glamour y vulgaridad cautivó al público de una época, para bien o para mal, muerta y enterrada.
Normelvis Bates
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