Tras un fascinante comienzo, el interés se va perdiendo gradualmente. Se busca demasiado la evolución de los personajes; tanto que al final TODOS, salvo los niños, cambian radicalmente. La historia termina por hacerse repetitiva con tantas entrevistas. El final es horrible.
Los actores cumplen. Travolta comienza muy bien, pero luego, por culpa del guión, su personaje se pasa de tontorrón. Me quedo con Hoffman.

Recordaré los ácidos chistes de la primera parte, cuando comienzan a aparecer periodistas invadiendo propiedades privadas y avasallando a quien ofrezca una buena (morbosa) historia. (¡Qué risa cuando aparecen en la habitación del hospital montados en la plataforma elevadora de los limpiacristales!)