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Voto de jastarloa:
8
Drama En un pueblo de la costa italiana, Giovanni Basso, mejor conocido como Squarcio' (Ives Montand), es un pescador que, en el afán de ofrecer a su familia los recursos necesarios, se ha dedicado a romper las normas pescando con pequeñas bombas que él mismo arma. Pero, un accidente, generará un cambio en los agentes de aduana... y el nuevo brigada estará dispuesto a atraparlo cueste lo que le cueste. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2008
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin. Por fin la he podido ver. No ha sido fácil, pues es una película desconocida incluso para los seguidores de Pontecorvo. Lo era también para un Jonathan Demme que, en 1999, vio una deteriorada copia en un ciclo dedicado al director italiano en Nueva York. Quedó tan sorprendido con su cine que comenzó a buscar todos los DVD de sus cinco películas editados en Estados Unidos. Se encontró con que ni siquiera existía uno de 'La grande strada azzurra' con subtítulos en inglés. Éste fue el detonante de una obsesión que le llevó a remover cielo e infierno en busca de una copia cuyos derechos pudiera comprar. El proceso fue largo y tedioso, cada pista seguida o se desvanecía en la nada por culpa de la pérdida de archivos, o terminaba en una copia tan deteriorada que su restauración era inabordable, o bien conducía al principio de otro intrincado laberinto de llamadas a productoras italo-americanas. Hasta que, cuando ya casi se había dejado vencer por la frustración, uno de los rastros resultó ser bueno. Seguirían muchos problemas más (burocráticos, legales, económicos...), pero lo difícil, que era encontrar algo que poder restaurar, estaba hecho; el resto sólo era cuestión de tiempo. En todo el proceso, Demme recibió ayuda de la productora de Scorsese, de Dustin Hoffman, de cien mil amigos y hasta del propio Pontecorvo. Finalmente, en 2001 presentaron el DVD de Milestone Film & Video, que seguramente será el que podáis conseguir más fácilmente.

Y centrándonos ya en la película, lo más interesante es ver cómo en su primera experiencia como director, un Pontecorvo que tenía unas ideas clarísimas sobre lo que quería que fuera su estilo (fotografía en blanco y negro de tendencia neorrealista, personas de a pie escogidas entre la gente de la clase social que pretendía reflejar –pescadores en este caso– en vez de actores profesionales; en definitiva, una atmósfera seca y directa alejada del melodrama y próxima al documental), se adapta ejemplarmente a las exigencias del presupuesto y de la productora y se da cuenta de que su criterio no tiene por qué ser el único válido (sólo en 'La batalla de Argel' estuvo realmente cerca de hacer lo que quería con completa libertad). Se encontró con un Yves Montand que le ayudó muchísimo, pues su infancia se asemejaba bastante a la descrita en el guión (sus padres, inmigrantes italianos en la Marsella más pobre, se endeudaron tanto que tuvieron que declararse en bancarrota), con una estupenda fotografía en Ferraniacolor luminosa y cálida que atrae al espectador (al menos a mí me recordó a esas mañanas soleadas de verano entre legañas, en cualquier pueblo mediterráneo tranquilito, en que me despabilo sin necesidad de despertadores), y una banda sonora en la que, a pesar de meter mano (como siempre hizo, dado que tenía estudios de música), se sigue un corte muy clásico totalmente efectivo.

Cabe destacar el mínimo uso de decorados, sobre todo en las numerosas escenas que transcurren en el mar (en ningún momento hay transproyecciones ni tanques de agua cutres) y las interpretaciones del protagonista y, sorprendentemente, del niño que hace de Bore, su hijo pequeño de 7 años, del que me entusiasmaron, como llevaba sin ver años, su desparpajo y corrección.
Termina siendo un drama social a medio camino entre el melodrama clásico con momentos románticos melosos (de largo lo peor) y el crudo neorrealismo, que capta tu atención gracias a la fidelidad con que se recrean la vida y problemas de los pescadores más humildes de aquellos años y a la cercanía de unos personajes que no son ni buenos ni malos, que simplemente son personas. Contiene, además, un par de momentos de tensión tan buenos como cabría esperar de un cineasta que se siente atraído por un empleo prudente del suspense.


Otras curiosidades:
• Rodada en las costas adriáticas de Italia y Yugoslavia.
• Montand no sabía nadar, así que idearon un sistema de arrastre mediante cuerdas para que no se hundiera en las escenas en que tenía que hacerlo. Confesó que pasó un miedo tremendo.
jastarloa
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