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Voto de jastarloa:
9
Documental Documental sobre la última mujer recolectora de abejas de Europa. Hatidze es una mujer cerca de la cincuentena de un pequeño pueblo en Macedonia que cría colonias de abejas en unos cestos hechos a mano que deja escondidos entre las rocas. Sin protección ni ayuda, es capaz de amansarlas para poder extraer la miel y venderla en la capital. Todo es idílico hasta que, de repente, nuevos vecinos se instalan cerca de las colmenas, estorbando ... [+]
2 de enero de 2022
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una sola voz en off, ni un solo testimonio, y la cámara se mete hasta lugares tan íntimos, muestra tanta avaricia indisimulada, que asemeja algo planificado, algo pactado con los lugareños. Pero no, cada cierto tiempo sucede que se alinean los astros y el azar para dar lugar a documentales observacionales tan insólitos que parecieran ficción. Recuerdo que en 2001 sucedió con “En construcción”; en 2012, con “The Act of Killing”; en 2017, con “Of fathers and sons”. Y, en 2019, sucedió también con “Honeyland”.

En un principio iba a centrarse en la región del río Bregalnica (Macedonia), que varía su curso cada diez años y obliga a los asentamientos circundantes a cambiar sus ubicaciones; una muestra poco común de convivencia armónica con la naturaleza. Pero los realizadores, durante la búsqueda de localizaciones y colaboradores rurales, conocieron a Hatidze, una apicultora perteneciente a la minoría turca que vivía en una pequeña aldea abandonada recolectando unas pocas colmenas naturales y que, como obliga la tradición de su pueblo a la mujer menor de la familia, debía ocuparse de su anciana madre agonizante hasta los últimos estertores. Decidieron convivir con ella durante tres años y centrarse en su crónica, haciendo auténticas filigranas para poder rodar sin disponer de fuentes eléctricas en varios kilómetros a la redonda y para convencer a los habitantes del lugar de mostrar sus vidas sin adornos.
Este cambio de rumbo improvisado, y la suerte de los acontecimientos que sobrevinieron —que no desvelaré para no hacer demasiado spoiler—, dotaron al trabajo de muchas más dimensiones (humana, social, familiar, cultural, costumbrista), incluso potenciaron el mensaje ecologista inicial al convertirse en un reflejo del desequilibrio que ocasiona la egoísta explotación que hacemos de los recursos.

“Honeyland” es alimento para el alma, del que ayuda a no perder el foco, a mantener el contacto con la realidad, a replantearse nuestro lugar en el universo. Debemos atesorar estas rarezas. Se han convertido en algo casi tan excepcional e inesperado como irse una noche al campo a grabar las estrellas y terminar registrando un contacto alienígena.

P.D.: Parte del dinero de los premios obtenidos se destinó a comprarle una casa a Hatidze y a la escolarizaron de los menores que aparecen. Todo lo relacionado con esta cinta es inusual en el mundo del documental.
jastarloa
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