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Voto de jastarloa:
7
Aventuras. Drama. Acción A principios del siglo XX, el jefe de los bereberes El Raisuni secuestra en Tánger a una bella viuda estadounidense y a sus hijos para pedir un fuerte rescate. Este hecho desencadena un conflicto diplomático en el que se verán involucrados el gobierno americano (Theodore Roosevelt: 1901-1909), tropas alemanas y diversas facciones del sultanato de Marruecos. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2021
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda estructura estable en la vida debe sustentarse en buenos pilares, y esta película tiene tres principales:

— El “dire”

John Milius, que también agarró la pluma, como buen escritor que es (mejor que director, incluso), para confeccionar este guión, libremente inspirado en un artículo sobre el secuestro del playboy Ion H. Perdicaris en 1904, aunque le cambió apellido y sexo con respecto al incidente real, entre otras muchas cosas. Su narración salta constantemente entre una historia de aventuras en el desierto, que viven capturados y captor, y otra centrada en los enfrentamientos diplomáticos que desencadena el rapto. De crío se te queda grabada en la retina la primera, por la vistosidad de los escenarios, por la espectacularidad de los ejércitos bereberes desfilando, por esa violencia característica que impregnó este género en los 80, bastante explícita pero atenuada por la colorida fotografía y la poca trascendencia que adquirían las muertes de los secundarios. De adulto, sin embargo, ya con las estructuras cerebrales completamente formadas y habituadas a procesar diariamente abundantes muestras de cinismo, encuentra uno mucho más estimulante la segunda trama, el enfrentamiento transoceánico entre dos pavos reales: el Raisuli y Theodore Roosevelt; el primero, más preocupado en emprender bravuconadas para poner su nombre en los diarios internacionales que en buscar un beneficio práctico para su pueblo; el segundo, deseoso de responder contundentemente a cualquier provocación, públicamente y con gran alharaca, a fin de atraer orgullosos votos patriotas y salir reelegido presidente. Esta vertiente del film ofrece, también, un puñado de secundarios y escenas caricaturescas para el recuerdo, como la gestación, entre lingotazos espirituosos, de la intervención militar que podría haber desencadenado una guerra mundial, o las conversaciones entre Roosevelt (Brian Keith) y su secretario de estado (John Huston), que rememoran perlitas como la famosa frase “Why spoil the beauty of the thing with legality?".

— El “Sir”

Sean Connery. Ya desde su primera aparición se nota que tenía algo especial, y lo tenía más para lo bueno que para lo malo. Le bastaron un par de segundos, una leve mueca y una penetrante mirada para hacer entender al espectador quién era Raisuli, de dónde venía, adónde iba y qué impresión le causó la atractiva señora Pedecaris. Luego, tenía otras cosas menos positivas, como que fue incapaz de imitar el acento árabe, ni aun contando con la ayuda de su compañero de reparto Nadim Sawalha, que intentó hacer de logopeda pero desistió a los pocos días; importar, tampoco importó mucho, pues se inventó un dejo bastante cómico, entre solemne y distinguido, que ni era escocés, ni encastado, ni mucho menos beréber. Además, está eso que tanto se ha dicho sobre su atractivo animal, lo de hablar de él como si le colgara de cada axila un difusor industrial de feromonas; algo de eso tenía, no cabe duda.

Fue la tercera opción para interpretar a Raisuli. Shariff y Quinn estuvieron por delante, pero se cayeron del proyecto por diversas razones. El carisma de Connery logra salvar por los pelos la línea argumental que se desarrolla en el desierto, pues el guión estanca pronto la progresión de su personaje.

— “Coleta salvaje”

Jerry Goldsmith, el genio de la musiquilla, la auténtica bestia parda de entre los compositores cinematográficos estadounidenses del siglo XX, muy superior en calidad, versatilidad e innovación a los típicos nombres de siempre, aunque menos reconocido puertas afuera del mundillo, seguramente porque gustaba de alternar las grandes producciones con las de serie B (o Z a veces), donde le dejaban experimentar y pasarse las normas comerciales por el forro de los cojones. Aproximarse correctamente a su música tampoco tiene mucha ciencia: se tapa uno los ojos, entona el “pito, pito, gorgorito…” y elige uno de sus trabajos al azar; ya será mala suerte que toque uno de los flojos, pues escasean en su filmografía.

Para esta ocasión adaptó algunos de los los ritmos y escalas de la música tradicional marroquí para ser interpretados por orquesta clásica, aunque también se apoyó en instrumentos más étnicos. Compuso una partitura con tramos de ritmo muy vivo, con complejos toques que van desde la fanfarria hasta la marcha carnavalesca, alternados con otros más intimistas. Es considerado uno de sus mejores trabajos; fue nominado al Oscar y algunos especialistas incluso lo han incluido en esas listas tan injustas de “top scores" (injustas porque se quedan fuera muchos otros que merecerían igual consideración).



Definitivamente, una de las películas de aventuras "olvidadas" más recomendables. Apta para ver en familia, siempre que no te importe que tus hijos asistan a decapitaciones, sablazos y tiroteos. No tengo claro el límite de edad adecuado, pero, sea cual sea, ten por seguro que yo me lo salté unas cuantas veces durante mi infancia, y creo que he salido bastante manso.

Escrito por: uno que pasaba por aquí y se enamoró del cine.
jastarloa
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