Ventajas de tener una novia cadáver: no protestará cuando uno, tras medio año sin ver a sus amigos, quiera ir al fútbol con ellos un domingo; no te dirá cómo tienes que vestir, ni qué corte de pelo te tienes que hacer, ni qué colonia tienes que usar, ni cómo decorar tu casa; no se quejará si quieres ver una película violenta o jugar a un videojuego sangriento; no te llamará al móvil constantemente para preguntarte dónde y con quién estás; no se quejará de que estés echando tripa; no revolverá tu colección de CDs en busca de pornografía que echarte en cara; los regalos y aniversarios, y por tanto todas las cagadas y fallos que de ellos se derivan, sobrarán en esa relación; ni borracha tontearía con otro; por las noches nunca le dolerá la cabeza, y la menstruación ya no será un problema; no hará falta usar métodos anticonceptivos; no podrá quitarte el piso; ya tiene dónde caerse muerta.

Similitudes entre un cadáver y una ex: las dos tienen el corazón y los pies fríos como témpanos; la conversación de la una es igual de interesante que el mutismo de la otra; comen lo mismo: nada; por las mañanas tienen el mismo aspecto.

Ventajas de tener una novia humana: sexo más cálido, cuando lo hay. (Poderosísima ventaja.)


Y que conste que la primera de las listas la cierro porque voy a intentar que toda la crítica me quepa sin spoiler. Así que, dejando las bromas (¿bromas?, ¿qué bromas?), me refiero directamente a la película.
Técnicamente es impecable. El diseño de los personajes y decorados, aunque no tan inspirado y "mágico" como el de 'Pesadilla antes de navidad', sigue siendo igual de tenebroso y expresionista. En realidad aquí han dado más prioridad a la animación, que es lo más perfeccionado en stop-motion que recuerdo haber visto en mi vida.
La narración, al contar con menos números musicales que su antecesora y modelo, es algo más ágil y fluida, más elegante y adulta, incluso. Sin embargo, el guión, que está basado en un cuento popular judeo-ruso del siglo XIX, pese a ser también irreverente y gamberro, tiene una chispa ligeramente menos refulgente.
De todos los personajes, me quedo con el gusanito bidente y dislálico, típico secundario graciosete que ejerce de comparsa aligerante al estilo Disney, pero, claro, con chistes menos infantiles. Me arrancó un buen puñado de carcajadas limpias y sanas.