Espectáculo comercial con un gran presupuesto, una estupenda recreación, una historia de interés potencial sobre la inmigración y la colonización del oeste, una música buena en general –sobre todo los temas folklóricos de The Chieftains– pero que tiene momentos blandos y demasiado protagonismo –efectivamente, acompaña hasta en la sopa–, unos sentidos del humor y del romanticismo blancos pero entretenidos, una preciosa Nicole Kidman sólo correcta, un triángulo amoroso demasiado tópico –por supuesto, no hay posturas intermedias: Tom Cruise es el buenísimo y Thomas Gibson es el malísimo–, un Tom Cruise hiperactivo que me pone de los nervios, unos combates de boxeo más circenses que realistas –nadie se puede creer que semejante enano no sufra ni un rasguño en sus comienzos, que se pavonee de tal manera–, un último tramo menos entretenido y una escena final odiosa por blandengue (ver SPOILER).

Está más bien que mal, pero sin destacar.