Que después de una maravilla como "Los santos inocentes", Mario Camus ruede esta sosería previsible y desangelada es todo un misterio. Y no es porque le falten actores y actrices, que están todos/as, ni unos exteriores bonitos o una buena fotografía. Pero es que el argumento es ya algo bastante manido, el guión suena a falso y los personajes son de lo más plano o meras caricaturas, caso de esa especie de detective extraño con pajarita que encarna un inefable Agustín González. El tema del baloncesto está cogido por los pelos, pues el argumento principal no tiene que ver nada, y el personaje no se implica en absoluto. Federico Luppi se limita a ir recitando su papel sin demasiada convicción y lo mismo los otros actores, con personajes que no permiten ir mucho más allá. Hay películas de los inicios bastante mejores, como "Los farsantes", o de la época intermedia como "Los pájaros de Baden-Baden". Son los altibajos de un profesional que tiene en su haber series de éxito como "Fortunata y Jacinta".