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Voto de burton:
10
7,0
4.439
Intriga. Drama
Fedora, una famosa actriz, fallece en París atropellada por un tren. En su funeral, un productor de cine recapacita sobre los hechos ocurridos en las dos últimas semanas y se pregunta hasta qué punto podría él haber influido en su muerte. Todo empezó cuando fue a Corfú para verla y descubrió que vivía en una isla privada con una enfermera, una anciana condesa y el cirujano plástico que conseguía mantenerla con una asombrosa apariencia juvenil. (FILMAFFINITY) [+]
30 de julio de 2006
36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
"...La leyenda debe continuar...".
Estas palabras bien pudieran haber sido pronunciadas por Norma Desmond en la obra maestra de Billy Wilder, "El crepúsculo de los Dioses", pero se tratan simplemente de una frase sentenciadora en la vida de Fedora, una creación literaria del escritor Thomas Tryon que fue lllevada a la gran pantalla por el gran Billy Wilder con la colaboración inestimable de su casi inseparable co-guionista Diamond, y que guarda un enorme parecido formal con su mencionada obra maestra (Sunset Boulevard).
Rodada en los estudios Bavaria en Alemania, en Boulogne en Francia y con exteriores en Grecia y Francia, la fotografía corrió a cargo de Gerry Fischer y la música fue obra del prestigioso Micklos Rozsa.
Si bien puede decirse que es una obra menor que "El crepúsculo de los Dioses", no deja por ello de ser otra obra más de relumbrón en la brillante filmografía de este director de origen vienés, que en esta ocasión factura una impecable película, su penúltima cinta antes de "Aquí, un amigo".
Con una fotografía francamente meritoria ayudada por una belleza de paisajes extraordinaria y sublime, Wilder nos legó en su ocaso esta obra crepuscular, tal vez para recordarnos que una vez, realizó un ramillete de obras que quedarán impregnadas para siempre en la retina del espectador, como pedazos de ARTE inigualables.
Fedora ha muerto sí, pero aún nos queda hora y tres cuartos de metraje, en el que poder sumergirnos de tanto en tanto en busca de cine, de buen cine, de ese cine con mayúsculas al que Wilder nos tenía "mal acostumbrados"... Sobre la búsqueda de la fama y la leyenda, de la belleza incorruptible, sobre los viejos tiempos gloriosos, y sobre todo sobre las miserias del alma humana...
Aún seguimos sin saber nada de la vida de Fedora y su séquito de hipócritas cómplices que la llevaron a su destrucción...
Estas palabras bien pudieran haber sido pronunciadas por Norma Desmond en la obra maestra de Billy Wilder, "El crepúsculo de los Dioses", pero se tratan simplemente de una frase sentenciadora en la vida de Fedora, una creación literaria del escritor Thomas Tryon que fue lllevada a la gran pantalla por el gran Billy Wilder con la colaboración inestimable de su casi inseparable co-guionista Diamond, y que guarda un enorme parecido formal con su mencionada obra maestra (Sunset Boulevard).
Rodada en los estudios Bavaria en Alemania, en Boulogne en Francia y con exteriores en Grecia y Francia, la fotografía corrió a cargo de Gerry Fischer y la música fue obra del prestigioso Micklos Rozsa.
Si bien puede decirse que es una obra menor que "El crepúsculo de los Dioses", no deja por ello de ser otra obra más de relumbrón en la brillante filmografía de este director de origen vienés, que en esta ocasión factura una impecable película, su penúltima cinta antes de "Aquí, un amigo".
Con una fotografía francamente meritoria ayudada por una belleza de paisajes extraordinaria y sublime, Wilder nos legó en su ocaso esta obra crepuscular, tal vez para recordarnos que una vez, realizó un ramillete de obras que quedarán impregnadas para siempre en la retina del espectador, como pedazos de ARTE inigualables.
Fedora ha muerto sí, pero aún nos queda hora y tres cuartos de metraje, en el que poder sumergirnos de tanto en tanto en busca de cine, de buen cine, de ese cine con mayúsculas al que Wilder nos tenía "mal acostumbrados"... Sobre la búsqueda de la fama y la leyenda, de la belleza incorruptible, sobre los viejos tiempos gloriosos, y sobre todo sobre las miserias del alma humana...
Aún seguimos sin saber nada de la vida de Fedora y su séquito de hipócritas cómplices que la llevaron a su destrucción...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Desde el primer fotograma, donde vemos a la falsa Fedora arrojarse al tren en las pedanías de París hasta el último, donde vemos a un resignado Barry Detweiler abandonar la casa parisina de la reciente difunta, asistimos con gozo y deleite a la consumación de una gran película con un estilo impecable...
Casi tan impecable como el de Fedora, una actriz de origen polaco y existencia complicada y misteriosa, que en vida había interpretado a personajes como Madame Bovary, Juana de Arco o Lola Montes, y cuya biografía estamos apunto de descubrir...
Estando en el cénit de su carrera Fedora quería aún más... Para ella, al margen de la gloria y el reconocimiento profesional era casi tan importante el aspecto exterior, ser recordada siempre como una estrella de belleza incorruptible por el paso del tiempo, por lo que no dudó en una ocasión en ponerse en manos de un reputado cirujano (medicucho según sus compañeros de profesión) que gustaba de trabajar con embriones de rata y esperma de mandriles en los procesos de presurización y descompresión de la sangre que ayudarán a la manipulación genética con fines estéticos... (Son famosos sus trabajos con gente como el general Franco, Cocó Chanel o Paul Getty por citar algunos...).
En aquella ocasión los resultados de su intervención quirúrgica no fueron los deseados, por lo que Fedora quedó traumatizada...
Como la leyenda de Fedora no podía quedar empañada por estos excesos buscó rápidamente una solución; suplantar su persona y personalidad por la de su hija Antonia...
Y así, ésta continuó su filmografía como actriz de cine. Siempre bajo los atentos cuidados de un séquito formado por la condesa Sobrianski (la auténtica Fedora en silla de ruedas y con un sempiterno velo negro cubriendo su rostro, su hijo Anton, en realidad el padre de la hija de ambos (Antonia), el doctor Wando con su pendiente en la oreja, y la niñera de Antonia, la señorita Walfur...
Los guantes blancos, supuestamente para cubrir el paso del tiempo por las manos de Fedora, la villa Calypso enclavada en una paradisíaca isleta de la isla de Corfú, el productor de cine Barry Detweiler (magnífico William Holden), antiguamente apodado Ducth en sus tiempos de ayudante de dirección y playboy ocasional, hospedado en el hotel Kavaliaris, y que ahora venía a ofrecer a Fedora el papel protagonista en su proyecto de película "Las nieves de antaño" basada en la obra Anna Karennina de Tolstoi... Una obra que inspiró a Fedora a la hora de poner fin a sus días, al suplantar la personalidad del conde Alejo Wronsky por la de su amado Michael York (haciendo de sí mismo) y arrojarse por su amor imposible a las vías del tren..
Incluso el gran Henry Fonda acude a villa Calypso en calidad de presidente de la academia de las artes y las ciencias para entregar un oscar honorífico a Fedora...
Todo rezuma cine, épica y tiempos gloriosos, tiempos de Billy Wilder...
Casi tan impecable como el de Fedora, una actriz de origen polaco y existencia complicada y misteriosa, que en vida había interpretado a personajes como Madame Bovary, Juana de Arco o Lola Montes, y cuya biografía estamos apunto de descubrir...
Estando en el cénit de su carrera Fedora quería aún más... Para ella, al margen de la gloria y el reconocimiento profesional era casi tan importante el aspecto exterior, ser recordada siempre como una estrella de belleza incorruptible por el paso del tiempo, por lo que no dudó en una ocasión en ponerse en manos de un reputado cirujano (medicucho según sus compañeros de profesión) que gustaba de trabajar con embriones de rata y esperma de mandriles en los procesos de presurización y descompresión de la sangre que ayudarán a la manipulación genética con fines estéticos... (Son famosos sus trabajos con gente como el general Franco, Cocó Chanel o Paul Getty por citar algunos...).
En aquella ocasión los resultados de su intervención quirúrgica no fueron los deseados, por lo que Fedora quedó traumatizada...
Como la leyenda de Fedora no podía quedar empañada por estos excesos buscó rápidamente una solución; suplantar su persona y personalidad por la de su hija Antonia...
Y así, ésta continuó su filmografía como actriz de cine. Siempre bajo los atentos cuidados de un séquito formado por la condesa Sobrianski (la auténtica Fedora en silla de ruedas y con un sempiterno velo negro cubriendo su rostro, su hijo Anton, en realidad el padre de la hija de ambos (Antonia), el doctor Wando con su pendiente en la oreja, y la niñera de Antonia, la señorita Walfur...
Los guantes blancos, supuestamente para cubrir el paso del tiempo por las manos de Fedora, la villa Calypso enclavada en una paradisíaca isleta de la isla de Corfú, el productor de cine Barry Detweiler (magnífico William Holden), antiguamente apodado Ducth en sus tiempos de ayudante de dirección y playboy ocasional, hospedado en el hotel Kavaliaris, y que ahora venía a ofrecer a Fedora el papel protagonista en su proyecto de película "Las nieves de antaño" basada en la obra Anna Karennina de Tolstoi... Una obra que inspiró a Fedora a la hora de poner fin a sus días, al suplantar la personalidad del conde Alejo Wronsky por la de su amado Michael York (haciendo de sí mismo) y arrojarse por su amor imposible a las vías del tren..
Incluso el gran Henry Fonda acude a villa Calypso en calidad de presidente de la academia de las artes y las ciencias para entregar un oscar honorífico a Fedora...
Todo rezuma cine, épica y tiempos gloriosos, tiempos de Billy Wilder...