Estoy sorprendido de la catarata de críticas sobre "La reina del Sur", empezando por el propio autor del libro, Pérez-Reverte, quien no entiendo porque no ha presentado una demanda judicial contra quienes destrozaron su obra que, dicho sea al pasar, incrementó sus ventas como nunca hubiera él soñado.
No voy a defender la tira, no me gustó esa aficción neo-colonialista por imitar en todo a la Metrópoli y, sin embargo ha logrado que, tras una década de no haber visto una novela de televisión, me haya sentado con interés a ver todos sus capítulos y, hasta lamentando su prematuro final.
Tal vez el atractivo se dió, justamente por lo que provocó malestar en México, el mostrar una realidad innegable, es posible que un tanto caricaturizada por el guionista, asumamos que es una pintura de una parte de la realidad actual y no una fotografía de la misma.
Kate del Castillo no me gustó al comienzo, pero fue creciendo a medida que venían los nuevos episodios, y pienso que tiene un futuro envidiable, si logra superar el mundillo de la crítica que se le fue encima en su propio país.
Es probable que, me haya aportado una inyección de orgullo, porque vista de lejos y con alguna objetividad, estoy convencido de que la obra, guste o no, está a la altura de cualquiera de sus similares norteamericanas.