Empecemos por lo principal: el sonido.
Cuando la mayoría de los diálogos son susurros inaudibles, cuando las adolescentes aspirantes a actrices siguen la rutina de quienes les han precedido, es decir, esa rutina instalada en todas las escuelas de cine en la actualidad de este país: el no saber vocalizar y el mostrar la misma carencia de emociones diciendo necedades, comentarios importantes o frases ingeniosas, lo mismo da, uno termina perdiéndose y sueltas a voz en grito “no me entero de nada”.

Cuando eres torpe con la cámara en mano, cuando te regodeas de forma excesiva con primeros planos de las protagonistas y filmas en formato 4/3 no estás añadiendo condimentos apropiados para ocultar la sosísima historia que nos quieres contar, ni para enganchar al espectador, señora directora. Si el guion sólo está sostenido por esos recuerdos adolescentes en un colegio de monjas tu vida entonces fue más aburrida que la del canario en su jaula. Te limitas a mostrar el primer cigarrillo, la primera copa, un preservativo, el pintalabios y la discoteca, como únicos momentos interesantes en tu adolescencia.

Que tenga nueve nominaciones a los Goya pone de relieve el compadreo y/o la estulticia que hay dentro de La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (AACCE). Estas nominaciones son:
MEJOR PELÍCULA: Guion insípido, niñas despertando a la pubertad.
MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA: Natalia de Molina, nulo aporte de actriz y personaje que se limita a dar una bofetada a su hija, unos reproches e indiferencias y rezar ante la tumba de su padre (al parecer).
MEJOR DIRECTOR NOVEL: Pilar Palomero, supongo que no habrá más candidatos para que te hayan escogido.
MEJOR CANCIÓN ORIGINAL: Raspando, raspando, podría entrar ante el desconocimiento de si las demás películas tienen canciones originales.
MEJOR MONTAJE: si en un montaje se requiere haber eliminado todo lo innecesario y evitar repeticiones no es el caso, ya que se repiten hasta la saciedad los primeros planos y además si se hubieran suprimido 20-30 minutos de los 100 totales nada habría cambiado.
MEJOR GUION ORIGINAL: la historia no nos aporta nada interesante, no hay trama por mucho que quiera intrigar con la desaparición (?) o muerte (?) del padre de la niña.
MEJOR FOTOGRAFÍA: muchas secuencias rodadas en interiores tienen una oscuridad intrascendente que se podía haber solventado.
MEJOR DIRECCIÓN ARTÍSTICA: puf, total, ¿qué más da?
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO: el colegio y los uniformes de las niñas y los hábitos de las monjas no parecen aunar merecimientos para conseguir un Goya, pero quién sabe, “padrinos” hay en la Academia. No me apostaría nada a que no se lleva cuatro o cinco Goyas como mínimo. Tal es el nivel de nuestro cine. Tal es el mamoneo de la Academia. (Mamoneo = Amiguismo al margen de las normas apropiadas).

En resumen: no hay historia, no hay fotografía que destacar, la música de los “Héroes del silencio” (penosa al ser reproducida por un radiocasete) me gusta menos aún que una jota cantada por alguien que desafine, todo es una sucesión de secuencias sin interés, planos grabados a centímetros de las caras de los protagonistas, esperando a ver qué pasará cuando no va a pasar nada de nada. Se añade esa moda de rodar planos en silencio. Claro, los seres humanos somos como cotorras al hablar y como simios al imitar. Sólo faltaba la voz de algún ‘peridiota’ deportivo exclamando al inicio: «¡Arrraaaaanca la peli!». Y luego está la “grandísima inspiración” de la directora al ponerle título. “Las niñas”. Se habrá quedado calva.

Señora Palomero y señores de la Academia, deberían echarle un vistazo a “Secretos del corazón”, “El sur” o “El espíritu de la colmena”, por ejemplo. Y luego comparen. Si encuentran algo mejor, o al menos algo que se le acerque, usen entonces el dinero de los españoles.
¡Con la cantidad de gente que habrá en el paro con mejores aptitudes!