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Voto de Reaccionario:
6
Comedia La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.
19 de enero de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, tanto como morir no, pero sí te eches varias carcajadas. Los británicos tenían que ser los que nos sirvieran una comedia negra que satiriza el comunismo, en concreto el estalinismo soviético, motivo por el que no gustará a los progres. De hecho ha ofendido a los gobernantes de la Rusia actual hasta el punto de prohibir la película, lo que indica que Putin y compañía se sitúan ellos solos en la izquierda al hacer suyo este régimen y a estos personajes, aunque algunos despistados lo ubiquen erróneamente a la derecha del espectro político. En cualquier caso, tanto como británica, la obra debería considerarse como europea, si tenemos en cuenta que se basa en el cómic homónimo de los franceses Fabien Nury y Thierry Robin. El hecho continental ha sido reconocido con el premio del Cine Europeo a la mejor comedia que se llevó en el 2018. Volviendo a "La muerte de Stalin" su punto fuerte, además de en su reparto coral, está en la parodia que realiza del estalinismo final. Pero aquí el humor se complica porque para cogerle la gracia se necesita conocer, como mínimo, medianamente la realidad de la Unión Soviética del 1953 y los peces gordos del partido que aquí salen. Si te cuentan chistes de toreros debes conocer el toreo, sino no los pillas, y si lo hacen de comunistas vasallos de Stalin hay que estar informado para lo mismo.

La obra siempre es incisiva y aunque demasiado "americanizada" en su lenguajes y actitudes, algo ruda en su análisis, la crítica retrata la tiranía pero esta no enlaza con el marxismo, es simple violencia, arbitrariedad y oportunismo sin que la ideología juegue ningún papel, y descendente en su nivel humorístico y más convencional en su trama, resulta interesante. Algunos han criticado su exageración en algunos pasajes pero se trata de una comedia y en este campo debemos ser más permisivos con la rigurosidad histórica, que en todo caso es elevada, más allá de algunas inexactitudes. Otra cosa es que para uno de izquierdas no pueda ser posible lo que se describe, aunque en realidad era todo bastante más siniestro, paranoico y alucinado hasta supuestos difíciles de concebir, el tono cómico le rebaja crudeza a quintales, porque no encaja en su visión de las cosas. La verdad no es para ellos la adecuación con la realidad sino con su pensamiento. Por ejemplo, he leído que es "mentira" que murieran 1.500 personas durante el funeral de Stalin cuando precisamente esa es la cifra oficial que dieron las autoridades, como recoge Jean Meyer en su, por otro lado, magistral libro de "Rusia y sus imperios" (1894-2005), página 363. Me parece que hay tener más reparo para decir que algo es falso o no lo es, así a la ligera.
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