Recuerdo que cuando la vi en su estreno me desconcertó que el protagonista, además un actor de la popularidad de Richard Gere, casi siempre en papeles de galán o al menos de héroe, véase su predecesor e interesante trabajo "Análisis Final" (1992), se descolgara en la piel de un tipo más o menos chiflado, el tal señor Jones. Figuraos que llegué a pensar que en realidad fingía porque de algún modo debía acercarse a la doctora Elizabeth Bowen (Lena Olin) para arrancarle un oscuro secreto o algo parecido. En fin, todo menos aceptar que se trataba de un drama entre médico y romántico.

Claro que antes hemos dicho que a Jones le falta un tornillo pero no es cierto. Hablando en serio, es curioso adivinar el trastorno que padece nuestro varonil enfermo. ¿Esquizofrenia? ¿Manía depresiva? ¿Simple locura? ¿Es superdotado o hiperactivo? Por mi parte, aposté por un trastorno bipolar profundo con alguna cosa más. Tranquilos, no soy psiquiatra así que el debate sigue abierto. Mientras tanto te queda la duda de qué clase de tratamiento debe recibir una persona así. La película, se deja ver, te intriga y no está mal rodada aunque se haga un poquitín anodina y el final sea flojete.