Comedia española que atinadamente trata de sacar petróleo de la ingeniosa idea de juntar a un variopinto grupo de (torpes) ladrones para realizar el golpe del siglo. Es decir, la versión castiza de "La cuadrilla de los once" (1960) o el moderno remake de "Ocean's Eleven" (2001) y sucesivas. Aunque también puede entenderse como una variante cómica de "La jungla de asfalto" (1950). Sea como fuere nos hallamos en vez de en Los Ángeles o en Las Vegas en Sitges, tras pasar por Ávila, Sevilla o Calahorra. Pero la ventaja respecto a la original estadounidense es que Fernando Merino se atreve a dar un papel muy importante en la banda al elemento femenino, Isabel (Sonio Bruno) y a Rocío (Ingrid Garbo), que vaya tipín que tiene esta última, atención a cuando sale al principio con esas botas blancas, aunque este modelo, como la moda de finales de los sesenta, no sea el mejor.

"Turistas y bribones" tiene una idea atrayente, a varios actores de primera (Arturo Fernández y Antonio Garisa especialmente están sembrados), algunas pifias graciosas y unas cuantos diálogos muy divertidos, especialmente cuando juegan con la parodia del españolismo, "ante todo, la moral", por ejemplo. Sin embargo falla en lo más importante: que el fabuloso plan que nos vende el cerebro, Braulio (Antonio Garisa), no existe, no hay plan. De este modo lo que debiera haber sido una trama en la que todos los timadores participan en una gran estafa no existe y en su lugar lo que tenemos es como una serie de cortos débilmente ensamblados. Aquí cada uno va a lo suyo y eso desinfla el argumento. Por otro lado, la situación permitía un juego romántico increíble pero tampoco lo explotan hasta el punto de que las historias amorosas se resuelven porque así tocan.