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Voto de Sandro Fiorito:
8
Drama. Intriga. Thriller En 1978, durante el verano más caluroso del siglo, en la aldea de Acque Traverse todo parece inmóvil, inactivo; el colegio ha terminado, los adultos se resguardan dentro de sus casas para escapar del calor que a todos sofoca. Sólo un pequeño grupo de niños se mueve libremente por los campos, jugando y corriendo aventuras. Un día, Michele, un niño de nueve años, descubre un terrible secreto que le muestra el lado más oscuro del mundo de los adultos. (FILMAFFINITY) [+]
12 de febrero de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encantadora película del director de “Mediterráneo” (1991), Gabriele Salvatores, que nos sumerge en los pensamientos y vivencias de un grupo de niños italianos que matan el tiempo de un caluroso verano de 1978, proponiéndose retos y aventuras en las proximidades de una pequeña, solitaria y aislada aldea del sur de Italia. Los chavales nos recuerdan nuestra infancia, esa etapa en la que pudimos apreciar lo más hermoso de la vida al valorar las cosas que hoy nos parecen más insignificantes, como los mayores tesoros de la Tierra. Un tiempo en el que las enemistades se resolvían con un intercambio de juguetes o una promesa que finalizaba con las palabras de “¿amigos?”, e ignorábamos por desinterés los asuntos más complicados y problemáticos, al ser “cosas de mayores”. Hacíamos nuestra vida siendo casi inconscientes del verdadero y cruel mundo que nos rodeaba, siendo nuestra mayor pasión poder salir a “callejear” con nuestros amigos, en un grupo en el que, como sucede en esta historia, siempre estaba el “cabecilla” o el “chulito” por una parte, y el marginado de la cuadrilla, del que se aprovechaban todos, por otra.

En “Io non ho paura” el argumento vira en esa dirección, desde las historias protagonizadas por un grupo de jóvenes compuesto por Michele (Giuseppe Cristiano), Salvatore (Stefano Biase), Barbara (Adriana Conserva) y Teschio (Fabbio Tetta). Durante uno de esos días en los que el sol se clava sobre la piel como una espada, todos ellos tienen una “importante” misión que cumplir: hacer una carrera desde un punto determinado hasta una vieja casa abandonada que hay en mitad del campo. Una vez allí, exploran el lugar, juegan en el mismo, o tratan de adjudicárselo como hacíamos antaño (“yo he visto primero la casa, así que es mía”). Antes de marcharse, Michele detiene su atención sobre una generosa tapa de metal que hay en el suelo y que sirve para esconder una especie de agujero que habita un niño. Comienza entonces una historia de intriga que plantea sobre la trama un montón de previsibles preguntas que no intentan formar en su conjunto una aclamada cinta de intriga sino un dibujar un buen retrato de la inocencia y curiosidad de dos niños que coinciden por casualidad.

(Sigue en el SPOILER, sin desvelar detalles del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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