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Voto de Sandro Fiorito:
9
Drama Cabiria es una prostituta que ejerce como tal en uno de los barrios más pobres de Roma. Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma. Su bondad y su ingenuidad la convierten en víctima propicia de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban y la golpean. A pesar de sus fracasos, recobra la esperanza una y otra vez. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2010
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película ha conseguido transmitirme todo lo que pretendía. Su amargura, su tristeza, su esperanza. Todo envuelto de escenas tan sombrías como llenas de un mensaje que nos habla de la soledad y la desesperanza, y que para sortear estos dos grandes obstáculos vitales, la protagonista, una prostituta llamada Cabiria (Giulietta Masina), se aferrará a cualquier posibilidad por insegura que parezca para poder cambiar el rumbo de una vida que necesita y desea cambiar.

Pasan las noches y ella, feliz e ingenua como una niña hace precisamente lo que menos imaginaríamos de una persona de estas características, tan encantandora y dicharachera, tierna y con una mirada que atraviesa la pantalla y llega a apoderarse de los sentimientos de un servidor, que ha sufrido y se ha sentido impotente ante los pasajes oscuros que la protagonista ha vivido en esta película y que se ha sentido esperanzado cuando el argumento se ha puesto de parte de la misma. Cabiria, qué nombre tan perfecto para un papel tan bien dibujado y exquisitamente interpretado por Giulietta Masina (La Strada), vapuleada por esos malditos que se aprovechan y burlan de ella e incluso le roban y golpean.

Federico Fellini supo crear este drama amargo que invita a la reflexión desde según que punto interpretemos los mensajes que transmite. Cabiria hace la calle y nosotros, los espectadores, la acompañamos en este menú de restaurante de cinco tenedores, llegando a desear poder traspasar la pantalla para darle un abrazo enfermizo a la protagonista que consiga ofrecerle con justicia la plena felicidad que busca, y no disfrutando de ésta con tantos altibajos, como si fuese alquilada.

Y es que aunque Cabiria nos ofrezca todo un repertorio de sonrisas y miradas inocentes, se puede vislumbrar con no mucha dificultad que detrás de su baja estatura, formas graciosas e informales, se esconde un corazón atormentado, un alma que desea llenarse de amor y que llama incluso a Dios, haciendo éste caso omiso de sus insistentes peticiones. Destacar también todo el mundo que envuelve a Cabiria, como sus compañeras de oficio, algún chulo de éstas y los personajes con los que tiene que lidiar. Este aspecto se ofrece de manera notable, por lo que no es difícil que el espectador se adentre con facilidad en lo que se representa.

Nino Rota se encarga de ponerle música a la cinta como ya hizo en otras muchas películas de Fellini y que siempre será recordado mundialmente por la banda sonora inolvidable que compuso para la trilogía de El padrino de Francis Ford Coppola. El tema central es precioso y adecuado, pues refleja con acierto la tristeza que envuelve a esta gran película y de la que se deja constancia que, a pesar de los males que cualquiera puede padecer, ignorar éstos y reírse de los mismos puede ser la solución más eficaz para combatirlos.
Sandro Fiorito
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