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Voto de Sandro Fiorito:
8
7,2
3.108
Cine negro. Intriga
Dos asesinos reciben el encargo de acabar con la vida de un antiguo piloto de carreras. Ejecutado el trabajo, uno de ellos, intrigado, decide averiguar por qué la víctima ni siquiera intentó defenderse o huir. La investigación lo lleva hasta uno de los jefes del crimen organizado. Ésta es la segunda adaptación del relato corto "The Killers" de Ernest Hemingway. La primera ("Forajidos", 1946), indiscutible obra maestra del cine negro, ... [+]
14 de febrero de 2012
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer puede ser el arma más peligrosa que existe sobre la Tierra. Si se lo propone puede convertirse en un impredecible y embaucador demonio con apariencia de diosa, capaz de arrastrarte hasta sus intereses cual lava volcánica descendiendo sobre las laderas de su víctima, impresionando con su exclusividad y desplegando todo su poder destructivo. El dolor que puede causar puede ser comparable al del iluso que se encuentra frente a ese río de lava, que atónito por la belleza de ese espectáculo natural se queda inmóvil para jugárselo todo a una carta e intentar demostrarse a sí mismo que lo que está viviendo no es un sueño, que los sueños han despertado. Y es lo que pasa en “Código del hampa”, película repleta de hombres pero dominada por una sola mujer, una ‘femme fatale’ que aún brillando con la fuerza de una estrella no se hace con todo el universo de esta cinta, pues la obra de Don Siegel (“La jungla humana“, 1968) está tan bien hecha que siempre mantiene equilibrada la balanza de todos sus perfectos personajes.
Basada en el relato que Ernest Hemingway publicó en 1927 en la Scribner’s Magazine (“The Killers”, que dio otra adaptación al cine con “Forajidos”, 1946), la película comienza después de unos brillantes títulos de crédito acompañados por la misma melodía que años atrás compuso Henry Mancini para “Sed de mal” (1958), y que dan paso a un inolvidable recurso para dar el pistoletazo de salida a esta historia (la transición de créditos-inicio de película a través de unas gafas de sol). Charlie Strom (Lee Marvin) y Lee (Clu Gulager) son dos matones a sueldo que tras ejecutar a un hombre quedan llenos de dudas sobre la actitud de su víctima en el momento del asesinato: no se defendió, parecía no importarle lo que pudiera pasarle. Estas sospechas llevan a los dos protagonistas a iniciar sus pesquisas sobre lo que pudiera esconderse detrás, llevándoles la trama hasta varios flashbacks sobre el asesinado, Johnny North (John Cassavetes), que van narrándoles las diversas personas a las que interrogan con no mucha amabilidad.
Los nombres de una impresionante mujer llamada Sheila Farr (Angie Dickinson) y el imponente Jack Browning (Ronald Reagan) salen a la luz junto a una cifra de miles de dólares. Es entonces cuando nos involucramos en una espiral llena de preguntas y respuestas, peligros y desconfianza, que fluye sobre una inteligente estructura en la que la intriga se erige como principal protagonista, dividiéndose la trama en varios frentes que combinan una relación de amor casi imposible, un apasionante enredo planificado para cometer un robo en la línea de “Atraco perfecto” (1956) y el emocionante desarrollo de la investigación sobre los hechos que realizan los dos matones.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Basada en el relato que Ernest Hemingway publicó en 1927 en la Scribner’s Magazine (“The Killers”, que dio otra adaptación al cine con “Forajidos”, 1946), la película comienza después de unos brillantes títulos de crédito acompañados por la misma melodía que años atrás compuso Henry Mancini para “Sed de mal” (1958), y que dan paso a un inolvidable recurso para dar el pistoletazo de salida a esta historia (la transición de créditos-inicio de película a través de unas gafas de sol). Charlie Strom (Lee Marvin) y Lee (Clu Gulager) son dos matones a sueldo que tras ejecutar a un hombre quedan llenos de dudas sobre la actitud de su víctima en el momento del asesinato: no se defendió, parecía no importarle lo que pudiera pasarle. Estas sospechas llevan a los dos protagonistas a iniciar sus pesquisas sobre lo que pudiera esconderse detrás, llevándoles la trama hasta varios flashbacks sobre el asesinado, Johnny North (John Cassavetes), que van narrándoles las diversas personas a las que interrogan con no mucha amabilidad.
Los nombres de una impresionante mujer llamada Sheila Farr (Angie Dickinson) y el imponente Jack Browning (Ronald Reagan) salen a la luz junto a una cifra de miles de dólares. Es entonces cuando nos involucramos en una espiral llena de preguntas y respuestas, peligros y desconfianza, que fluye sobre una inteligente estructura en la que la intriga se erige como principal protagonista, dividiéndose la trama en varios frentes que combinan una relación de amor casi imposible, un apasionante enredo planificado para cometer un robo en la línea de “Atraco perfecto” (1956) y el emocionante desarrollo de la investigación sobre los hechos que realizan los dos matones.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Espectacular Angie Dickinson (“Vestida para matar“, 1980) en su papel de mujer fatal y perfecto como siempre Lee Marvin (“Conspiración de silencio“, 1955), llenando la pantalla con toda su admirable rudeza. Sorprendente el ex-presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan (“Knute Rockne All American“, 1940), con un papel ascendente que impresiona por lo bien dibujado e interpretado que está su personaje. John Cassavetes (“La semilla del diablo“, 1968) cumple con corrección y Clu Gulager (“El hombre alto“, serie, 1960-1962) transmite la rebuscada simpatía de su chulesco personaje. El resto de las interpretaciones también raya a gran altura, y destaco a Claude Arkins (“La conquista del planeta de los simios”, 1973) como Earl Sylvester, mecánico amigo de Johnny y primer interrogado de la cinta, por su genial interpretación.
John Williams (“Caballo de batalla“, 2011) se encarga del ‘score’ de esta película a pesar de que el tema más destacado corra a cargo del ya mencionado en líneas superiores, Henry Mancini (créditos). El trabajo del músico neoyorquino resulta intachable, dando pie a la consecución de un buen apartado musical. Con todo lo citado, cerrar diciendo que esta película es un regalo que no se puede rechazar, un viaje a lo más profundo del mejor cine negro y de acción, vibrante, violento, desvergonzado, lleno de pasión, enganchándote de principio a fin por su capacidad y perfección en todos los puntos que toca. Mérito de su impecable director, Don Siegel, mérito de su perfectamente tejido guión, haciendo fluir la historia sobre sus cultivados diálogos, y mérito también de un reparto de altura, de una trama inmejorable y de la agradecida fotografía de Richard L. Rawlings (“Kung fu“, serie, 1972-1975) haciendo virguerías, colándose en sitios muy originales y experimentando con las distancias. Una muy buena película, llena del mejor cine.
John Williams (“Caballo de batalla“, 2011) se encarga del ‘score’ de esta película a pesar de que el tema más destacado corra a cargo del ya mencionado en líneas superiores, Henry Mancini (créditos). El trabajo del músico neoyorquino resulta intachable, dando pie a la consecución de un buen apartado musical. Con todo lo citado, cerrar diciendo que esta película es un regalo que no se puede rechazar, un viaje a lo más profundo del mejor cine negro y de acción, vibrante, violento, desvergonzado, lleno de pasión, enganchándote de principio a fin por su capacidad y perfección en todos los puntos que toca. Mérito de su impecable director, Don Siegel, mérito de su perfectamente tejido guión, haciendo fluir la historia sobre sus cultivados diálogos, y mérito también de un reparto de altura, de una trama inmejorable y de la agradecida fotografía de Richard L. Rawlings (“Kung fu“, serie, 1972-1975) haciendo virguerías, colándose en sitios muy originales y experimentando con las distancias. Una muy buena película, llena del mejor cine.