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Voto de Sandro Fiorito:
6
5,5
648
Drama
Seis personajes, arquetipos contemporáneos de la soledad urbana, se encuentran en un viejo piso del Ensanche barcelonés. Un matrimonio anciano, el hermano de ella y tres realquilados: una mujer rubia que da clases de francés, un joven vigilante de seguridad, un ex futbolista y una muchacha sudamericana que está embarazada. El anciano, un antiguo portero de la ópera a quien le gusta travestirse, los reúne a todos para pedirles que se ... [+]
29 de diciembre de 2009
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran pecado del cine español de los últimos tiempos es el de intentar ofrecernos un contenido que pretende ser bohemio pero que a veces acaba siendo incomprensiblemente estúpido, en el que cualquier extravagancia que se le ocurra a su director puede ser una realidad. Eso no siempre ocurre en esta película, pero de seguro encontraremos algunas virutas de esta epidemia.
Barcelona, un mapa. Un mapa estrafalario de Ventura Pons, que muestra a su manera, la soledad de unos personajes que viven, algunos, situaciones generalmente impensables en una sociedad normal pero que a muy pequeña escala pueden existir. Un mapa de diálogos, algunos muy interesantes y reflexivos, otros más absurdos, parciales y suprimibles.
Con una infumable primera aparición de una forzada Rosa María Sardà en una escena en la que José María Pou saca las castañas del fuego gracias a la inmensidad de su calidad como actor, esta película con aspecto y música de teleserie comienza sus 90 minutos repasando las funestas vidas de una serie de peculiares personajes que compartiendo todos el patrón de la soledad, representan cada uno un caso distinto: un antaño y ahora jubilado portero del Gran Teatro del Liceo al que siempre le gustó travestirse, su mujer, a la que conoció en el mismo, un joven vigilante de seguridad con sentimientos frustrados, una inmigrante embarazada, un cirujano homosexual, una profesora de francés...
(Continua en Spoiler SIN revelar detalles de la trama, por falta de espacio)
Barcelona, un mapa. Un mapa estrafalario de Ventura Pons, que muestra a su manera, la soledad de unos personajes que viven, algunos, situaciones generalmente impensables en una sociedad normal pero que a muy pequeña escala pueden existir. Un mapa de diálogos, algunos muy interesantes y reflexivos, otros más absurdos, parciales y suprimibles.
Con una infumable primera aparición de una forzada Rosa María Sardà en una escena en la que José María Pou saca las castañas del fuego gracias a la inmensidad de su calidad como actor, esta película con aspecto y música de teleserie comienza sus 90 minutos repasando las funestas vidas de una serie de peculiares personajes que compartiendo todos el patrón de la soledad, representan cada uno un caso distinto: un antaño y ahora jubilado portero del Gran Teatro del Liceo al que siempre le gustó travestirse, su mujer, a la que conoció en el mismo, un joven vigilante de seguridad con sentimientos frustrados, una inmigrante embarazada, un cirujano homosexual, una profesora de francés...
(Continua en Spoiler SIN revelar detalles de la trama, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Todos guardan en común convivir bajo el mismo techo, pues viven en las distintas habitaciones de una casa que hace las veces de hotel clandestino, llevado por el matrimonio que forman Ramón (José María Pou) y Rosa (Núria Espert), que comunican a todos que deben marcharse por la enfermedad terminal del primero, quien desea morir sólo, junto a su mujer.
Sobran y faltan muchas cosas y más que una película parece una obra de teatro televisada (no en vano está basada en la obra de Lluïsa Cunillé, Barcelona, mapa de sombras) pero la reunión de todos sus elementos nos brinda una cinta muy interesante, tranquila, silenciosa y excéntrica de la que sigo sin entender el por qué de la inclusión en los créditos principales de escenas de la victoria del bando nacional en la Guerra Civil (a la que no para de referirse Pou en su papel de Ramón, sin dar detalles de la misma) siendo la historia que cuenta la película algo contemporáneo. Quizá Ventura Pons nos intente exponer mediante indirectas sus posturas sociales en las que obviamente vemos que aún no se ha recuperado del extinto franquismo, pero al margen de sus picores políticos, que no son ni el 3 % de la película, ha conseguido completar un interesante ejercicio de cine que seguro atrae a tantos como hace huir, pues el mayor sentimiento que puede despertar esto, es el de amor-odio.
Lo mejor, el papel de José María Pou, con el fuego de cobertura que le proporciona una más que aceptable Núria Espert. Pablo Derqui deja muy buenas sensaciones como actor, siendo totalmente prescindible e innecesario uno de los planos en los que el aparece, con los que Pons nos “deleita" (entiéndase el sarcasmo del entrecomillado).
Sobran y faltan muchas cosas y más que una película parece una obra de teatro televisada (no en vano está basada en la obra de Lluïsa Cunillé, Barcelona, mapa de sombras) pero la reunión de todos sus elementos nos brinda una cinta muy interesante, tranquila, silenciosa y excéntrica de la que sigo sin entender el por qué de la inclusión en los créditos principales de escenas de la victoria del bando nacional en la Guerra Civil (a la que no para de referirse Pou en su papel de Ramón, sin dar detalles de la misma) siendo la historia que cuenta la película algo contemporáneo. Quizá Ventura Pons nos intente exponer mediante indirectas sus posturas sociales en las que obviamente vemos que aún no se ha recuperado del extinto franquismo, pero al margen de sus picores políticos, que no son ni el 3 % de la película, ha conseguido completar un interesante ejercicio de cine que seguro atrae a tantos como hace huir, pues el mayor sentimiento que puede despertar esto, es el de amor-odio.
Lo mejor, el papel de José María Pou, con el fuego de cobertura que le proporciona una más que aceptable Núria Espert. Pablo Derqui deja muy buenas sensaciones como actor, siendo totalmente prescindible e innecesario uno de los planos en los que el aparece, con los que Pons nos “deleita" (entiéndase el sarcasmo del entrecomillado).