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España España · málaga
Voto de nachete:
7
Drama Durante un control aduanero en la frontera canadiense, Raffi (David Alpay) declara que sólo lleva material para una película que se está rodando en Toronto. Sin embargo, un funcionario llamado David (Christopher Plummer) sospecha que miente y lo somete a un interrogatorio que se convierte en un examen psicológico que revela episodios conflictivos de sus respectivas vidas. Raffi, de origen armenio, vive obsesionado con el recuerdo de su ... [+]
17 de agosto de 2007
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier película dispuesta a arrojar algo más de luz sobre aquel terrible suceso histórico que acabó con la matanza indiscriminada de miles de armenios a manos de los turcos ya merece todo mi respeto y admiración, pero si el que lo firma es Atom Egoyan uno espera encontrarse además ante algo más que una simple película histórica. Y Ararat es algo más que una simple película histórica. Planteada como un juego de muñecas rusas que se arman y desarman al antojo de su director, Egoyan nos habla de muchas cosas (quizás demasiadas), que sólo van cobrando cuerpo tras una desconcertante primera media hora; es en ese momento cuando el relato empieza a adquirir sentido, aunque el resultado no sea igual de satisfactorio en todas sus partes. Para entendernos: hay un abismo entre los diálogos que mantienen Christopher Plummer y el joven que viene de filmar en Oriente (lo mejor de la película, magistral en su definición final) y las relaciones del resto de personajes en tanto a fuerza, interés y presencia. Con lo que se deduce que lo que realmente se le da bien al autor de Exótica es el interiorismo humano, el buceo libre en el alma y la cabeza de sus personajes.

En Ararat brillan más los sentimientos que los decorados, de ahí que los episodios de reconstrucción histórica y las cuitas cinematográficas queden bastante por detrás de los conflictos paterno-filiales, en parte porque en aquellos la cabeza apenas deja paso al corazón. Y aún así la película emociona y asombra, perturba y conmueve, pero conmueve con el presente más que con el pasado: un presente, no obstante, que necesita al pasado para sobrevivir y comprenderse a sí mismo. Así y todo, da un poco de pena que un proyecto tan bien pensado y ejecutado haya desembocado en un film destemplado y un tanto discursivo, pese a que lo positivo se imponga a lo negativo. En cualquier caso, una obra bella, interesante, compleja y muy recomendable, que incita a reflexionar sobre el significado de la historia y el papel que juegan en ella las nuevas generaciones.

Lo mejor: el careo entre Christopher Plummer y David Alpay.
Lo peor: las momentáneas pérdidas de interés.
nachete
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