Fallido divertimento terrorífico de inequívoco sabor añejo (los mosaicos de la Hammer o la Amicus) ideado por Denis Bartok, sin duda un buen fan del género que busca asociación con viejas glorias para reivindicar ese cine de terror más clásico que la industria de Hollywood pasa de producir. Afín en espíritu a la serie "Masters of Horror", Trapped Ashes fuerza más la vena nostálgica y pone en el centro de todas sus piezas un potente erotismo que soy el primero en agradecer.

La primera historia va de unas tetas asesinas, lo cual es maravilloso. Me gusta comprobar que el gran Ken Russell sigue estando tarado, a pesar de calmar un poco su estilo desquiciado y simbolista. Por desgracia, la absoluta falta de mesura y coherencia acaban haciendo naufragar una trama que, diversión chorra aparte, tenía su punto. En el terror también hace falta un poco de seriedad; no puede ser que escribas algo así de delirante y luego pretendas que al resto de personajes les parezca normal.

El siguiente corte, dirigido por Sean Cunningham, es más clásico. Empieza con una cita a Vestida para matar y termina adentrándose (de mala manera) en un infierno budista de pinturas vivientes y enormes serpientes fálicas. Entre medias, un bello homenaje a Nekromantik que es casi lo mejor de la película. Pese al dudoso gusto de las animaciones, mi favorito del conjunto.

El de Monte Hellman es el más personal de todos, aunque también el más desaprovechado. Está planteado como una especie de homenaje a Kubrick, con vampiresa enigmática de fondo, pero pasa directamente de dar miedo y se centra en una historia de amistad ¿traicionada? que culmina de una forma tremendamente decepcionante. A rescatar, la presencia de John Saxon y de una Amelia Cook que debió enseñar algo más de pechuga.

El film se cierra con un coñazo de historia sobre una bacteria y una niña chunga. Carece de estilo o de fuerza, es una nadería. ¿Dónde está el terror realmente? Tampoco vale como drama. Si se hubiera centrado en los demonios de la carne podía haber salido incluso algo gore más o menos decente, pero no hay manera. Dirige el Galleta ese, responsable de los FX de las pelis de los Wachowsky.

En cuanto a Dante, es el encargado de filmar a los protas atrapados en la mansión, pero su trabajo es casi de mercenario. Impera la sensación de que todo podía haber dado más de sí, que las historias -que atrapan nuestra atencion rápido- no se cierran de una forma convincente. Hubiera sido recomendable un guión más trabajado, con más sustancia. Y un final más original.

Terror marciano nada relevante, en definitiva, aunque con humor negro, erotismo malsano y la interpretación cómplice de un gran Henry Gibson.

Lo mejor: la segunda historia y las mujeres, especialmente una deliciosa Lara Harris.
Lo peor: la historia del gusano.