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España España · málaga
Voto de nachete:
6
Thriller. Terror Un joven maníaco homicida y su novia van dejando un rastro de caos y asesinatos por todo el país. Una de sus "delicatessen" será un grupo de profesores que se han visto obligados a detenerse en la gasolinera más solitaria para reparar su coche. La pareja de asesinos aprovechará la circunstancia para divertirse aterrando y torturando a los inocentes docentes. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fascinante historia del asesino adolescente Charles Starkweather y de su novia Caril Anne Fugate ya había sido llevada al cine en varias ocasiones, bien extrayendo su componente más trágico y lírico (la extraordinaria Malas tierras), bien reciclando la historia en una sátira social sobre los mass-media y la fama (la tronada Asesinos natos), pero faltaba la versión más puramente exploit y macarra, que estaba enterrada en el olvido al alcance de muy pocos, aquellos que gustamos de rebuscar entre los productos que la Historia del Cine desecha para ver si damos, por casualidad, con alguna perla incomprendida y marginada. Este The sadist es una de ellas.

Su valor no reside únicamente en ser la primera que llevó a la gran pantalla la historia de estos célebres psychos (la industria mainstream todavía se mostraba muy reticente ante un material proclive a herir sensibilidades), sino también en su condición de genuina, durísima serie B, capaz de superar sus carencias presupuestarias con toneladas de talento e imaginación. Y de garra. Cinco personajes y un solo espacio para una absorbente e inquietante intriga que, transcurriendo en tiempo real, logra implantar un sentido del suspense y del ritmo que roza lo magistral, con detalles de una crueldad incómoda que preconizan los ya míticos instantes de tortura de Los renegados del diablo.

The sadist, dirigida con inusitado nervio y maestría (qué bien dilata el tiempo y qué bien juega con el espacio) por James Landis, condensa todo lo mejor de la serie B y saca petróleo de sus propias limitaciones, mientras deja que el rockero Arch Hall se desbarre a su antojo y que el espectador vibre ante un relato que sabe tensar las cuerdas que lo conforman con una pericia que pocos atribuirían al cine de explotación, cuya órbita no siempre está exenta de talento.

Lo mejor: su dominio narrativo, los momentos de crueldad.
Lo peor: si hubiera durado menos no hubiera pasado nada (todos sabemos que no está bien que una serie B pase de los 80 minutos).
nachete
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