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España España · málaga
Voto de nachete:
5
Terror Un proveedor de comida egipcio mata a varias mujeres en los suburbios de Miami con el fin de usar las partes de sus cuerpos para revivir una diosa egipcia durmiente, mientras un inepto detective intenta detenerlo.
13 de noviembre de 2008
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza la película: un decorado austero (casi teatral), una chica guapa, una ducha, un asesino que irrumpe de forma abrupta. La música perturba, es muy rara. Lo explícito del crimen revela su propia paradoja: a fuerza de querer ser hiperrealista, se acaba logrando algo parecido a la abstracción. La sangre, la pierna cercenada, esa mano resbalando por la superficie de la bañera: Gordon Lewis se reafirma no sólo como poeta extraño de la violencia, sino como maestro del artificio, como instigador de una forma de representar la muerte y el sufrimiento lindante con el onirismo. Su cine es una pesadilla de celuloide barato, sonidos extraños y malos actores. Su cine fascina tanto como el grotesco gore que lo hizo legendario.

Blood Feast fue la primera piedra que asfaltó su camino al éxito. Utilizó una historia vulgar y corriente, se apretó el cinturón con el presupuesto y supo darle a la gente todo aquello que quería ver: mujeres guapas, suspense y toneladas de sangre e higadillos. Su gran visión comercial chocó con sus limitados conocimientos del medio. Lewis planifica las escenas de diálogo como si aún estuviéramos en la etapa del cine mudo, contrata a un elenco que recita sus frases de cabeza, sin convicción alguna, y anula el cerebro del espectador dando masticada una historia que podría entender un niño de cinco años (inolvidable, en este sentido, el epílogo de la película: breve explicación para subnormales).

No es una buena película ni de cachondeo, pero contiene aquello que amo del cine de Lewis, y que bien podría resumirse en una mínima panorámica: la que describe, con parsimonia, el cuerpo mutilado de una joven obsesionándose con los detalles. Su cine parece una broma, pero transmite un mal rollo que a mí me resulta hipnótico. Quizás no fuera su intención, quizás todo es fruto de sus limitaciones. Lo que es claro es que con Blood Feast triunfó, más en un sentido conceptual que cinematográfico: ¡HE INVENTADO UN GÉNERO! ¡HE INVENTADO UN GÉNERO!

Un grande.

Lo mejor: el descubrimiento de la guarida del monstruo.
Lo peor: su ortopédica concepción del ritmo (entre otras cosas).
nachete
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