Te lo digo yo, que me río hasta con los chistes malos:

"Un playmobil que va a un bar:
- Me pone una Fanta?
- De naranja o de limón?
- Da igual, si es para tirármela por la espalda."

Poco más de hora y media de película y ni una sonrisilla han podido sacarme. De lo único que tenía ganas era de quitarla de mi vista y tirar a la basura mi Lego City Pocile.
Es mentira, no tengo legos. Siempre fui más de Playmobil, de ahí el chiste.

Pero no la quité, porque sospechaba que aún quedaba un giro maestro de guión y que esta crítica nunca iba a ser escrita...y así fue, digo el giro. Con lo que no contaba es con que iba a ser patético.

Estas historias de héroes vs villanos, buenos vs malos. La chica, el chico...el Lego-amor, el hombre sabio, el fin del mundo, Lincoln, ¿Cómo? ¿Has dicho Lincoln? Sí, eso he dicho. El tío se cuela que no veas. Los pallum pallum, Booomm, Crashhh...sólo quedan 2 segundos para que pase algo que ya dejó de importarme hace como 40 minutos. Los discursos finales, las cosas emotivas que no lo son...
Todo esto ya me cansa. Y mucho.

Y pese a la crítica, que según dicen es la **** hostia bendita. Pese a todos...hay algo que quiero decir:
Esto no es una película. No te engañes. Es el anuncio más largo jamás creado. Ahora dices que no, lo sé. Pero piensa en estas palabras mañana, cuando estés en la tienda comprándote un Lego.

Y no, no es tan awesome.