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Costa Rica Costa Rica · CARTAGO
Voto de CINELOCURA:
8
Drama Bajo el opresivo régimen talibán, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un «acompañante legal» y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que ... [+]
29 de julio de 2019
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Superada cualquier ficción, Osama o la extraña mal llamada al español, Niña Coraje es una película afgana rodada en el 2003 por el director Siddiq Barmak. Aquel mismo encarcelado por el régimen talibán por grabar escenas impropias a su credo y moral en una sociedad enferma por la doble moral y la comodidad patriarcal. Cada vez que veo un filme hecho en algunos de estos países islámicos, aplaudo el hecho de la valentía de sus realizadores para elegir el cine como el medio más completo para mostrar realidades tan terribles. En medio de ese imaginario convulso Siddiq se sitúa detrás de una cámara y graba la naturalidad de una protesta hecha por mujeres para exigir no empleabilidad, no ese es otro tema, exigen el mismísimo derecho a trabajar. A no morir de hambre. Siddiq es radical en su lenguaje visual que va hacia el documental más que la ficción. Porque sí, tristemente nada de lo que vemos es ficción. Luego de situarnos en este contexto, el filme se centra en la historia de una niña, su madre y la abuela. No hay un hombre en la casa para poder llevar el sustento, y en medio de tal desesperación, la idea de hacer de la niña un hombre para que trabaje es la mejor opción de todas. Ahí empieza una de las epopeyas más naturales, y radicales que el cine ha dado en este siglo, algo como lo que hizo recientemente la notable The Breadwinner o de algún modo la conocida Mulan. La historia de poner a la mujer en el campo del hombre, como un asunto de equidad ni igualdad, es más por un asunto de sobrevivencia.

En ese camino nosotros desde una fotografía realista nos muestra lo que ni siquiera podemos imaginar aquí en occidente. No es raro sentir tensión, angustia e impotencia. ¿Cómo es posible que lleguemos a esto? ¿Qué podemos hacer para cambiar esta realidad desde este lado cómodo que estamos? Son muchas las divagaciones y sensaciones que deja el filme mientras muestra sin miedo alguno esa cruda realidad. Hacia el final, todo se siente más grave, lo que domina es la desazón, aquí no hay finales felices, no hay vueltas de tuerca, eso sería un despropósito con la empresa de hacer cine en un país y sociedad absolutista.
Ya por el lado artístico el filme muestra al cine como esa herramienta ideal para llevar la verdad a cualquier parte del mundo, esto lo digo porque ciertamente es válido decir que su director se aprovecha de este arte para estamparnos la realidad de esta y muchas niñas en Afganistán, y la suya misma como realizador.
Un cine de gran valía. Una película imperdible. La analogía del arco iris es un recurso ilusorio pero muy eficaz. La escena final con los candados es devastadora. ¿Qué hacen los niños en Afganistán? Si quiera ¿Existen?
CINELOCURA
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