Controvertida en su época por sus escenas -que a día de hoy son bastantes suaves-, la 'ópera prima' de Séria nos presenta a dos chicas que acaban de entrar en su adolescencia y que establecen un fuerte vínculo a través de su devoción por Satán, como reacción al ambiente conservador y ultracatólico en el que viven. Es interesante cómo lo que empieza como una tonta rebeldía acaba desembocando en cosas más serias que sin embargo; retienen esa atmósfera de languidez adolescente rebelde, inocente y que intenta acercarse a lo oscuro, que es el elemento que cohesión toda la obra. A veces odias y repeles a las protagonistas por lo estúpidas que te pueden llegar a parecer (especialmente con esas risas un tanto sórdidas y molestas), otras veces, empalizas con ellas y comprendes el porqué de sus actuaciones.
Huelga destacar también algunas bellas tomas de la película, esa simbología de la que se apropian las protagonistas para crear una atmósfera pecaminosa, pero a la vez inocente, que es el hilo conductor del largometraje. Es ese paso de la infancia a la complicada adolescencia. Todo ello se culmina, por un lado, con una banda sonora simple pero apropiada a cada momento, y por otro lado, con escenarios oscuros que complementan al resto de elementos de una obra.
Sin embargo, ya sea por el rechazo que a veces despiertan las protagonistas o por momentos densos y aburridos, no puedo darle una puntuación mayor a esta película; eso sí, se ha de reconocer su valor y el hecho de que es una buena película, que 'grosso modo' sabe conexionar cada cabo de la trama.
spoiler:
El final de la película es tremendamente bello y simbólico -quizá sea la mejor parte de la película. Ese discurso poético que pronuncian las dos chicas antes de quemarse vivas, símbolo de la unión por el Mal que han profesado durante toda la película y que ahora también se ha convertido en amor entre ellas, sirviendo su suicidio como el punto final al hastío vital para dar paso a un amor más allá de la muerte.