Tenía dudas de si escribir una crítica (y más a estas horas en las que ya una pretendía estar durmiendo) pero, habiendo leído las dos que acabo de leer, me quiero ir a dormir con la conciencia tranquila de haber dado una explicación -desde mi punto de vista, claro-.


Bach es considerado el mejor compositor de todos los tiempos, el Maestro, y para muchos sin duda, y sin que ello sea exagerar, Dios. Es una figura de tal importancia, hablando ya de la música (y no siendo el único arte en el que será una referencia tan sustancial), que ha sido absolutamente trascendental para todos los periodos posteriores. Es aquél que con su música, absolutamente PERFECTA en todos los niveles en los que sea posible exigir algo, ha llegado allí donde ninguna otra cosa ha sido capaz.

Svankmajer no hace más que, por medio del surrealismo, exaltar la imagen todopoderosa de Johann Sebastian Bach: los agujeros, las grietas, símbolos de la penetración hacia donde se supone que no se puede lograr entrar (únicamente sucede mientras el pianista toca). Y al final de todo, qué queda pues, sino luz (deificación).