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17.442
Ciencia ficción. Intriga. Terror
Cecilia (Elisabeth Moss) rehace su vida tras recibir la noticia de que su exnovio, un maltratador empedernido, ha fallecido. Sin embargo, su cordura comienza a tambalearse cuando empieza tener la certeza de que en realidad sigue vivo. (FILMAFFINITY)
22 de abril de 2020
35 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spin-off de una popular distopía patriarcal de HBO ambientada en la era del machismo moderno que refleja la crudeza diaria con la que son tratadas las esposas de aquellos multimillonarios misóginos que infestan nuestro planeta. Ironías aparte, la carencia absoluta de trasfondo y la nula explicación que justifique el comportamiento del transparentado antagonista no supone un agujero de guión en el argumento ya que el espectador promedio aceptaría estas premisas como reales e incluso cotidianas, que es lo realmente inquietante de la cinta. Dicho esto, sería injusto calificarla de ciencia-ficción porque el único avance tecnológico aquí mostrado sólo encajaría en algún capítulo cutre de Smallville con villano despechado, como de igual forma dista de encajar en los cánones del thriller al no lograr esa cota de suspense o incomodidad que uno esperaría encontrar en esta reimaginación podemita del clásico de Wells que a buen seguro se convertirá en carne de cañón para acaparar la cartelera de un domingo de sobremesa de Antena 3 en los meses venideros. Es más, debido a la incongruencia de determinadas situaciones, sumados a los numerosos cambios de humor radicales de la protagonista, uno se atrevería a enmarcar su género como comedia y de las malas, digna de la parrilla de Divinity.
El aliado Leigh Whannell se saca de la chistera una historia más inverosímil y alejada de la realidad que las de sus anteriores Saw e Insidious que habrían hecho petar Matrix si el guión hubiese caído en manos de los agentes mientras este susodicho pasaba sin pena ni gloria por allí. Si miramos con atención la célebre frase “What the hell”, descubriremos que dicha frase y personaje en cuestión comparten sospechosamente 6 de sus letras. ¿Desafortunada relación o mera coincidencia? Sin salirnos de lo absurdo, no olvidemos de que entre un repertorio plagado de actuaciones más que justillas, Elisabeth Moss destaca en su reiterado papel de mujer oprimida y de paso eleva el síndrome de Kristen Stewart a un nuevo nivel jamás antes visto donde la expresión de amargada se camufla con la de alegría y las convierte en imposibles de distinguir para el ojo humano. ¿La parte positiva? Que podría haber sido mucho peor si tenemos en cuenta que, a día de hoy, se rumorea que Elizabeth Banks, la ilustre directora, guionista, actriz y puede que también maquilladora de la última aberración de Los Ángeles de Charlie, tiene en su agenda (en la política, concretamente) dirigir una secuela bajo el empoderador nombre de “La mujer invisible”. Pillen sitio.
El aliado Leigh Whannell se saca de la chistera una historia más inverosímil y alejada de la realidad que las de sus anteriores Saw e Insidious que habrían hecho petar Matrix si el guión hubiese caído en manos de los agentes mientras este susodicho pasaba sin pena ni gloria por allí. Si miramos con atención la célebre frase “What the hell”, descubriremos que dicha frase y personaje en cuestión comparten sospechosamente 6 de sus letras. ¿Desafortunada relación o mera coincidencia? Sin salirnos de lo absurdo, no olvidemos de que entre un repertorio plagado de actuaciones más que justillas, Elisabeth Moss destaca en su reiterado papel de mujer oprimida y de paso eleva el síndrome de Kristen Stewart a un nuevo nivel jamás antes visto donde la expresión de amargada se camufla con la de alegría y las convierte en imposibles de distinguir para el ojo humano. ¿La parte positiva? Que podría haber sido mucho peor si tenemos en cuenta que, a día de hoy, se rumorea que Elizabeth Banks, la ilustre directora, guionista, actriz y puede que también maquilladora de la última aberración de Los Ángeles de Charlie, tiene en su agenda (en la política, concretamente) dirigir una secuela bajo el empoderador nombre de “La mujer invisible”. Pillen sitio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Wokédex:
- Cecilia tiene la complicada papeleta de demostrar al espectador cómo una mujer de tan cuestionable atractivo ha conseguido ser esa desafortunada elegida por un hombre que, mencionado por ella misma, podría estar con cualquiera. Es algo así como si Elon Musk acude a una fiesta y, de entre todas las presentes, opta por tirarle los trastos a Belén Esteban. Protagoniza el cambio de humor más extremo de la historia del cine pasando de estar confinada durante semanas por temor a su marido a personarse sin titubeos en una oficina para cobrar la herencia que le ha proporcionado éste. Loba con piel de cordera, cumple el sueño moderno de asesinar a su marido a sangre fría a sabiendas de que saldrá totalmente impune por dicha acción.
- Emily, la hermana que sí te cree y parece conocerte a fondo que luego es incapaz de darse cuenta de que otra persona le ha hackeado la cuenta de correo a Cecilia y la están suplantando vía email para ponerla a parir sin venir a cuento. Rebelde sin causa, discute con todo aquel que osa mediar palabra con ella y seguramente consigo misma a escondidas. Tiene la inmensa mala fortuna de ser degollada en el único establecimiento desprovisto de cámara de vigilancia en toda la película.
- James, ferviente miembro afroamericano de la Policía del Karma en detrimento de la justicia objetiva, confirma desde Miami que la única redención posible para un hombre es la de no haber nacido blanco (o heterosexual, si la primera premisa no se cumple). Amable, solidario, comprensivo, padrazo y muchas otras cualidades sólo aptas para minorías étnicas. Está al borde de morir como mártir tratando de salvar a su hija y al parásito que primero cree que ha golpeado a ésta y después asesinado a su propia hermana, pero por conveniencia del guión se sobrepone de sus severas heridas para convertirse en futuro cómplice de asesinato en la escena final. No se había visto a un policía así de corrupto desde Matt Damon en Infiltrados.
- Sydney representa todo lo que está mal con los personajes secundarios en las películas con mensaje feminista. Hija del mesías de color, completamente prescindible para la trama y que en sus escasas intervenciones suelta comentarios del tipo “tenemos que echar a papá y tener una noche de chicas”.
- Tom es la confirmación de la norma impuesta por la fantabulosa Aves de Presa que defiende la postura de que cualquier hombre va a traicionar al personaje principal en algún punto de la trama. Hermano y abogado del diablo (literalmente), perece de forma lamentable durante un ataque patriarcal fallido a causa de su torpeza.
- Adrian es la personificación del mal en el sentido más rotundo de la palabra: maltratador, manipulador, acosador, narcisista y probablemente votante de Trump. Es admirable que tan deleznable ser de semejantes características haya sido capaz de alcanzar el éxito empresarial y proclamarse una eminencia mundial en el campo de la óptica. Una inteligencia mermada por su obsesión de emplear exclusivamente su imperceptible traje y su preciado tiempo en perseguir y atormentar a su ex. No aprendió nada de Kevin Bacon, quien sí sacaba provecho de su don para entrar en el baño de las chicas. Muere víctima de su desigualdad de derechos por género, donde no sólo pierde su fortuna y su marveliano traje de invisibilidad, sino que además su vida le es también arrebatada a manos de su ex-mujer.
Moraleja de la historia: acosador culpable, asesina inocente.
- Cecilia tiene la complicada papeleta de demostrar al espectador cómo una mujer de tan cuestionable atractivo ha conseguido ser esa desafortunada elegida por un hombre que, mencionado por ella misma, podría estar con cualquiera. Es algo así como si Elon Musk acude a una fiesta y, de entre todas las presentes, opta por tirarle los trastos a Belén Esteban. Protagoniza el cambio de humor más extremo de la historia del cine pasando de estar confinada durante semanas por temor a su marido a personarse sin titubeos en una oficina para cobrar la herencia que le ha proporcionado éste. Loba con piel de cordera, cumple el sueño moderno de asesinar a su marido a sangre fría a sabiendas de que saldrá totalmente impune por dicha acción.
- Emily, la hermana que sí te cree y parece conocerte a fondo que luego es incapaz de darse cuenta de que otra persona le ha hackeado la cuenta de correo a Cecilia y la están suplantando vía email para ponerla a parir sin venir a cuento. Rebelde sin causa, discute con todo aquel que osa mediar palabra con ella y seguramente consigo misma a escondidas. Tiene la inmensa mala fortuna de ser degollada en el único establecimiento desprovisto de cámara de vigilancia en toda la película.
- James, ferviente miembro afroamericano de la Policía del Karma en detrimento de la justicia objetiva, confirma desde Miami que la única redención posible para un hombre es la de no haber nacido blanco (o heterosexual, si la primera premisa no se cumple). Amable, solidario, comprensivo, padrazo y muchas otras cualidades sólo aptas para minorías étnicas. Está al borde de morir como mártir tratando de salvar a su hija y al parásito que primero cree que ha golpeado a ésta y después asesinado a su propia hermana, pero por conveniencia del guión se sobrepone de sus severas heridas para convertirse en futuro cómplice de asesinato en la escena final. No se había visto a un policía así de corrupto desde Matt Damon en Infiltrados.
- Sydney representa todo lo que está mal con los personajes secundarios en las películas con mensaje feminista. Hija del mesías de color, completamente prescindible para la trama y que en sus escasas intervenciones suelta comentarios del tipo “tenemos que echar a papá y tener una noche de chicas”.
- Tom es la confirmación de la norma impuesta por la fantabulosa Aves de Presa que defiende la postura de que cualquier hombre va a traicionar al personaje principal en algún punto de la trama. Hermano y abogado del diablo (literalmente), perece de forma lamentable durante un ataque patriarcal fallido a causa de su torpeza.
- Adrian es la personificación del mal en el sentido más rotundo de la palabra: maltratador, manipulador, acosador, narcisista y probablemente votante de Trump. Es admirable que tan deleznable ser de semejantes características haya sido capaz de alcanzar el éxito empresarial y proclamarse una eminencia mundial en el campo de la óptica. Una inteligencia mermada por su obsesión de emplear exclusivamente su imperceptible traje y su preciado tiempo en perseguir y atormentar a su ex. No aprendió nada de Kevin Bacon, quien sí sacaba provecho de su don para entrar en el baño de las chicas. Muere víctima de su desigualdad de derechos por género, donde no sólo pierde su fortuna y su marveliano traje de invisibilidad, sino que además su vida le es también arrebatada a manos de su ex-mujer.
Moraleja de la historia: acosador culpable, asesina inocente.