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Argentina Argentina · S.A. de Padua
Voto de Vespasiano:
9
Drama Año 1183. A l final de su vida, Enrique II de Inglaterra (Patrick Stewart) está rodeado de parientes hipócritas y ambiciosos que sólo buscan obtener beneficios personales y políticos a su costa. Llegada la Navidad, el rey decide anunciar cuál de sus tres hijos será el heredero del trono e invita a su esposa, Leonor de Aquitania (Glenn Close), a las celebraciones que tendrán lugar en Chinon, en Francia. Leonor, que vive recluida en un ... [+]
28 de agosto de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, quiero agraceder a Konchalovsky y a los productores que se atrevieron a hacer la remake de una obra (la del '68) que, por desgracia aún no he podido ver, pero que sé bien es una joyita del cine, porque en estos días no abunda este tipo de películas. A qué me estoy refieriendo con ésto, pues sencillamente a obras que son más para el teatro que para la pantalla chica. Películas que son vistas por muy pocas personas (como puede verse en la poca cantidad de usuarios de Filmaffinity que la han visto). Las actuaciones son increíbles, en especial las de Glenn Close, Patrick Steward (que por momentos, me hizo recordar al Sejano de Yo, Claudio), John Light y Jonathan Rhys-Meyers; pero creo que la película es excesivamente larga, tiene momentos en que se hace aburrida. Los ciclotímicos Steward y Close, por momentos nos confunden, pues sus estados emocionales no sólo parecen sobreactuados, sino que son demenciales. Luego de una crisis terrible de nervios, Close, por ejemplo, es capaz de guiñar un ojo y regalarnos una sonrisa histérica y cómplice. Uno queda, sencillamente, descolocado ante la rapidez de esas fluctuaciones del ánimo, aunque creo, que son parte de la caracterización mórbida de los personajes, pero también creo que no resultan del todo creíbles. Por otro lado, el hecho de poder asistir a este tipo de obras, donde las cuestiones del poder se presentan con una ferocidad completamente irracionales, incluso entre parientes, como en este caso, constituyen un regalo que no debería perdérselo ningún humanista, politólogo, psicólogo social o cinéfilo empedernido.
No se la pierdan, en especial, para poder contemplar esa delgada línea que separa la razón de la sinrazón en los poderosos, por el desprecio que demuestran por sus semejantes, por sus amigos, amantes y parientes.
Unas palabras finales sobre la actuación de Jonathan Ryys-Meyer. Este muchacho es momumental interpretando papeles donde la doblez, la hipocresía, la frialdad y el desprecio absoluto por los sentimientos del prójimo se erigen como fruto de una particular sensibibilidad aristocrátizante. No pude dejar de pensar en su papel en la película Match Point, y en esa falta de sanguinidad del protagonista, que le hace anteponer el deber de"su misión" por sobre sus propios sentimientos.
Vespasiano
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